En el nordeste de Brasil existe un rincón que parece sacado de un sueño. El Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses, en el estado de Maranhão, deslumbra a viajeros de todo el mundo con un paisaje que rompe cualquier lógica: un mar de dunas doradas salpicadas por lagunas cristalinas que se forman en plena temporada de lluvias.

Este paraíso natural, que se extiende por 155 mil hectáreas en los municipios de Barreirinhas, Santo Amaro y Primeira Cruz, combina el espíritu del desierto con la frescura de piscinas naturales. De sus vastas dimensiones, 90 mil hectáreas están cubiertas por dunas, entre las cuales nacen estos espejos de agua dulce conocidos como lagos interdunares, verdaderos oasis que convierten el lugar en una postal surrealista.
Visitarlo no es solo un regalo para la vista: aquí se puede nadar en aguas color esmeralda, recorrer los médanos en paseos en 4×4, practicar largas caminatas o conocer las comunidades tradicionales que habitan en la zona. Y si la aventura se combina con calma, nada supera la experiencia de contemplar un atardecer que pinta de naranja y oro la arena.

La mejor época para disfrutar del paisaje en su máximo esplendor es justo después de la temporada de lluvias (de febrero a mayo), cuando las lagunas alcanzan su punto más alto de agua. Con la llegada de la estación seca (junio a enero), poco a poco se van evaporando, dejando tras de sí un paisaje igual de imponente, pero diferente.
Ya sea para buscar adrenalina o para rendirse al relax, los Lençóis Maranhenses demuestran que en la Tierra aún existen lugares capaces de dejarnos sin aliento… y de hacernos sentir que hemos pisado otro planeta.


