Un nuevo estudio sugiere que la famosa pintura «La noche estrellada» de Vincent Van Gogh no solo refleja la agitación emocional del artista, sino también la complejidad de un fenómeno natural estudiado por la física: el flujo turbulento. Físicos de China y Francia han descubierto que las pinceladas arremolinadas del cielo en esta obra se alinean con las teorías matemáticas que describen el comportamiento de los fluidos caóticos, como las corrientes oceánicas o las nubes de tormenta.
El estudio, publicado en la revista Physics of Fluids, reveló que las formas arremolinadas de la pintura siguen los patrones de la teoría de la turbulencia de Kolmogorov, desarrollada en la década de 1940 por el matemático soviético Andrey Kolmogorov. Los científicos analizaron 14 remolinos presentes en la pintura, descubriendo que sus escalas e intensidades siguen las mismas leyes físicas que rigen el comportamiento de los fluidos turbulentos.
Aunque Van Gogh no estaba familiarizado con estas ecuaciones científicas, los investigadores sugieren que su profunda observación de la naturaleza le permitió capturar intuitivamente estos patrones complejos.
El estudio también encontró similitudes en otras obras, como las nubes en «Chain Pier, Brighton» de John Constable y la Gran Mancha Roja de Júpiter, fotografiada por la Voyager 1 de la NASA en 1979. Esta investigación no solo destaca el genio artístico de Van Gogh, sino también su capacidad para plasmar de manera intuitiva la belleza y complejidad de los fenómenos naturales.