Durante un viaje por Japón, el explorador urbano británico Luke Bradburn hizo un hallazgo inesperado: una ciudad turística abandonada desde los años 90, que parece detenida en el tiempo. Se trata de Kinugawa Onsen, un antiguo destino termal que en su momento fue muy popular, pero que quedó completamente vacío tras la caída económica japonesa de aquella década.

“Estaba explorando cerca de Fukushima cuando me topé con todo un distrito de hoteles abandonados”, contó Bradburn. “Era como caminar por una ciudad fantasma”. A pesar del estado ruinoso del exterior, muchos interiores se conservan intactos, con habitaciones, objetos y hasta máquinas recreativas llenas de premios, congelados como si los huéspedes fueran a volver en cualquier momento.
Kinugawa Onsen entró en declive cuando el turismo cayó abruptamente tras el estallido de la burbuja económica. La situación se agravó porque las estrictas leyes de propiedad en Japón impiden demoler edificios sin permiso de los dueños, muchos de los cuales fallecieron sin herederos.

En su exploración de más de seis horas, Bradburn recorrió cinco de los veinte edificios abandonados, encontrando también salones onsen y animales disecados en vestíbulos. “Desde afuera parece todo podrido, pero por dentro es surrealista, como entrar en una cápsula del tiempo”, señaló.
Aunque hoy algunos visitantes curiosos llegan hasta allí, la maleza y el abandono ocultan lo que fue un símbolo del auge turístico japonés. “Es inquietante, triste y fascinante a la vez”, concluyó el explorador.

