Carlos logró cumplir su sueño a los 67 años, de la mano de su auto modelo 1976, una bolsa de ropa y otra de herramientas
Todos tenemos sueños diferentes y conforme vamos creciendo nuestras metas lo hacen también. Hay quienes tienen como un objetivo de formar una familia, de tener cierto número de hijos, de conseguir un puesto alto en una empresa o tener su propio negocio. La vara del éxito tiene diferentes medidas para todos y todos los sueños y metas son aceptables. Sin embargo, hay un sueño que muchos en el mundo comparten: el viajar.
Muchos comparte la idea de que conocer nuevos lugares o llegar a países desconocidos es una experiencia totalmente nueva y satisfactoria. Pero aún así, hay quienes no pueden lograr su sueño por más que lo intenten. Puede que tuvieran una limitante financiera, emocional o de salud, pero viajar es un objetivo difícil de cumplir.
Sin embargo, si existen personas que buscan la manera de cumplirlo a toda costa. Tal es el caso de Alberto Carlos, un hombre de 67 años jubilado que decidió recorrer Brasil, Argentina, Bolivia, Perú, Paraguay y Ecuador montado en su Fiat del 76.
Alberto está casado desde hace 43 años, ya tiene 3 hijos y dos nietos. Si bien se encontraba feliz con su vida actual, cuando recién se jubiló se encontró con un dilema. Fue entonces que decidió tomar una maleta de ropa, su caja de herramientas, una colchoneta para hacer ejercicio, tiendas de campaña y artículos de primera necesidad para emprender su viaje.
“Quiero inspirar y alentar a otros a salir de la pereza, a aventurarse más en diferentes experiencias y viajes”, dijo.
Sin pensarlo mucho, comenzó su gran aventura para recorrer 15 mil kilómetros en 45 días. Alberto dormía en su coche, buscaba zonas de camping para ducharse y cocinar y también se surtió en los supermercados locales para continuar con su travesía.
En ocasiones pensó en darse por vencido, pero afortunadamente siempre encontró personas que lo animaran en su proyecto.
Cuando llegó a Argentina se encontró con una de las anécdotas que más le gusta compartir. En medio de la nada, Alberto se encontró con un gigantesco camión descompuesto, sin batería y con el cofre abierto. Él, como todo buen viajero que se respeta, se acercó a ayudar al pobre desafortunado.
“Me detuve para tratar de ayudar de alguna manera. Tomamos algunos cables para la conexión directa y conectamos la batería del camión al Fiat, y funcionó. Mi pequeño auto dio batería al enorme camión. Estaba feliz ”, recordó.
Otra es que en una de sus paradas para dormir, le pregunto a unos policías chilenos si había un lugar cercano para descansar. El hombre fue recibido por los mismísimos carabineros (como se le dice a la policía chilena). Ellos le mostraron una habitación, le prestaron su lavadora y le prepararon una cena típica chilena mientras él tomaba una ducha caliente.
“Solo pensé en la solidaridad, estaba emocionado. Realmente es bueno haberlo vivido todo. No hay forma de contar todo lo que sucedió, porque solo estar en tantos lugares para sentir la energía. Ahora puedo decir que viví de verdad, fue mágico. La mejor experiencia ”, informó.
Alberto estuvo tan agradecido por lo que vivió que ya está planeando sus siguiente aventura a lado de su esposa Cecilia y su inseparable auto.