Lo que comenzó como una travesura terminó en tragedia. Colin Scott, un joven de 23 años, perdió la vida tras caer en una fuente termal del Parque Nacional Yellowstone, en Estados Unidos, y su cuerpo se disolvió completamente en menos de 24 horas.
Scott había visitado el parque junto a su hermana con la intención de practicar “hot potting”, una actividad ilegal que consiste en sumergirse brevemente en las aguas termales del lugar. Estas piscinas naturales, formadas por la intensa actividad volcánica bajo el suelo del parque, pueden alcanzar temperaturas cercanas a los 93 °C y contienen altos niveles de minerales corrosivos.

Según el informe oficial, Colin estaba probando la temperatura del agua cuando resbaló y cayó dentro del manantial. Su hermana intentó ayudarlo sin éxito y alertó a los guardabosques, quienes se vieron obligados a suspender el rescate por una tormenta eléctrica que se aproximaba a la zona.
Cuando regresaron al día siguiente, no quedaba rastro del cuerpo, solo las sandalias y la billetera del joven flotando sobre la superficie. El subjefe de guardabosques Lorant Veress explicó que, en pocas horas, el calor y los químicos del agua habían provocado una “disolución significativa” del cuerpo.

Las fuentes termales de Yellowstone son conocidas por su belleza, pero también por su extrema peligrosidad. El parque se encuentra sobre un supervolcán activo que calienta el agua subterránea, generando charcas ácidas y mortales.
Desde 2010, al menos 52 personas han muerto en Yellowstone, muchas por acercarse demasiado a estos manantiales. El caso de Colin Scott volvió a poner en evidencia los riesgos de ignorar las advertencias del parque, donde incluso unos segundos de descuido pueden ser fatales.
