En un hallazgo que mezcla la prehistoria con lo cotidiano, un residente de Scotchtown, en el condado de Orange, Nueva York, desenterró una mandíbula completa de mastodonte mientras exploraba su jardín. Lo que parecía una tarde normal cambió por completo cuando notó dos dientes sobresaliendo del suelo cerca de una planta. Intrigado, comenzó a cavar y se encontró con el sorprendente fósil de un mastodonte, pariente extinto de los elefantes modernos.
El fósil, en un notable estado de conservación, no tardó en captar la atención de expertos del Museo Estatal de Nueva York y la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY Orange). Un equipo especializado acudió al lugar para realizar excavaciones más profundas, desenterrando además un fragmento de costilla y un hueso de dedo. Estos hallazgos adicionales podrían ofrecer valiosas pistas sobre el entorno en el que vivió el mastodonte y las condiciones que permitieron la preservación de los restos.
El director de investigación del Museo Estatal de Nueva York, el doctor Robert Feranec, destacó la relevancia histórica y científica del hallazgo, siendo el primero de su tipo en el estado en más de una década. Técnicas avanzadas como la datación por carbono serán clave para determinar su antigüedad, dieta y el clima de la región durante la Edad de Hielo. Según Feranec, este tipo de descubrimientos no solo permiten reconstruir ecosistemas del pasado, sino también entender los cambios actuales en el entorno.
Nueva York cuenta con un extenso historial de hallazgos fósiles de mastodontes, con más de 150 restos documentados en todo el estado. El condado de Orange, en particular, es un punto clave, concentrando cerca de un tercio de estos registros. Durante la Edad de Hielo, la abundancia de agua y vegetación en la región pudo haberla convertido en un refugio para estos gigantes herbívoros, que alcanzaban hasta 3 metros de altura y pesaban entre 4 y 6 toneladas.
Los mastodontes jugaron un papel crucial en los ecosistemas prehistóricos de América del Norte antes de su extinción hace aproximadamente 10.000 años. Sus restos han revelado interacciones con los primeros humanos, quienes los cazaban y utilizaban sus huesos y colmillos. Este nuevo hallazgo no solo enriquece la historia paleontológica de Nueva York, sino que también nos conecta con un tiempo donde la naturaleza dominaba el paisaje.
El hallazgo de Scotchtown es un recordatorio de que, a veces, las piezas del pasado más fascinantes pueden estar ocultas justo debajo de nuestros pies.