En un pequeño pueblo de montaña, un fotógrafo de vida silvestre creyó haber sido testigo de una tragedia cuando observó a un puma cargando en su boca a lo que parecía ser un gato doméstico. Alarmado, lo siguió durante varios minutos, pensando que el gran felino se preparaba para cazar. Pero lo que presenció después lo dejó sin palabras.

El puma, en lugar de atacar, depositó con suavidad al gato sobre el suelo. Lejos de huir, el pequeño animal saltó sobre el lomo del depredador y se acomodó sobre él, como si reconociera en el gran felino una figura protectora.
Cuando las imágenes fueron analizadas por investigadores locales, descubrieron que el puma había tomado al gato por el cogote, el mismo gesto con el que las hembras trasladan a sus crías. Según los expertos, este tipo de comportamiento —aunque extremadamente inusual— puede explicarse por un fenómeno llamado “instinto maternal desplazado”, que ocurre cuando un animal proyecta su instinto de cuidado hacia otra especie.
Los biólogos señalan que este tipo de confusión puede darse en felinos grandes cuando están en época de cría o han perdido recientemente una camada. En esos casos, los niveles hormonales relacionados con la maternidad permanecen altos, y el animal puede reaccionar de forma instintiva al ver una cría ajena, especialmente si tiene un tamaño, color o comportamiento similar.
Casos similares han sido documentados en otras especies: leonas adoptando gacelas o leopardos protegiendo babuinos huérfanos. En todos ellos, la explicación es la misma: el instinto de protección maternal puede superar temporalmente la conducta depredadora.
“Los grandes felinos no son máquinas de cazar; también tienen comportamientos emocionales complejos”, explicó la zoóloga mexicana María del Rosario Luján, quien ha estudiado interacciones inusuales entre depredadores y presas. “El cerebro de una madre puma reconoce patrones visuales y de movimiento. Si algo le recuerda a su cría, su reacción inmediata puede ser cuidarlo, no atacarlo”.
El gato doméstico —un atigrado naranja que pertenecía a una familia del pueblo— fue visto días después merodeando cerca del bosque, en perfecto estado. La historia, que se volvió viral en redes sociales, dejó una reflexión entre los expertos: incluso en la naturaleza más salvaje, la línea entre el instinto de caza y el instinto de cuidado puede ser sorprendentemente delgada.

