Un relato con bronca acerca de lo sucedido con las viajeras argentinas en Montañita

Redactor
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Todos estamos aún en shock por lo que le sucedió a dos chicas argentinas en su viaje a Ecuador. Cuesta creer lo que sucedió, entender por qué y buscar explicación en donde, claramente nos es difícil (imposible) encontrarla.

Neru Rosende escribió una crónica de un viaje similar

¨ En enero de 2012 me fui a Montañita, Ecuador. Tenía 22 años. Me fui con mis amigas, yo soy la más grande de ellas.

En ese viaje, me emborraché, me vestí con polleras y escotes, estuve con chicos, conocí muchísima gente. Bailé hasta el amanecer y nos metíamos al mar de noche. Dormimos en lugares insólitos. Nos tatuamos. Fumamos porro. Salíamos todas las noches y con distintos grupos de pibes, nos encontramos con mucha gente de Argentina. El lugar está de moda hace años.
Hice todo lo que quise. Fue realmente de las mejores vacaciones de mi vida y que seguro jamás olvide. Mis padres no saben ni la mitad de las cosas que hice. No me negaron que fuera ni la comunicación era la que es hoy, así que no podrían haberse alertado porque no aparecía un día, porque ni era común buscar el wi-fi para conectarse a nada. Ellos sabían, pese a los temores de cualquier padre, que yo podía irme en este viaje. Hasta trabajaba y pude pagármelo.


Recordé, con el asesinato de dos pibas en esa ciudad, que con mis amigas volvimos en vuelos separados en días distintos. Sólo dos de nosotras volvíamos juntas, y la última noche, en vez de tomarnos una combi de las que salían por la tarde, tomamos un remis y fuimos al aeropuerto a las 2 am. El aeropuerto de Guayaquil es a 3hs de Montañita, por un camino completamente desierto.


Llegamos perfectamente, a las 5 am al aeropuerto. Volvimos intactas. Y felices.

Años después, en enero de 2014 volví a Ecuador. Viajé un mes, en pareja. Con amigos que viajaron también por su lado y nos encontrábamos por los distintos destinos. Pasé Año Nuevo, en Montañita. Volví a emborracharme y disfrutar de lo hermoso que es realmente ese país. Su gente, es extremadamente amable. Recorrí ese país, conocí muchísima gente. No me pasó nada.

Se ve que se trata de tener buena suerte el no morir asesinada por un mundo enfermo. No importa dónde vayamos, esto pasa acá o en Europa, o en Estados Unidos, en Ecuador. En todos lados.
Para poder viajar tranquila, no alcanza con cuidarse. Los mínimos cuidados los sabemos todas las pendejas. Nos los enseñan, los vemos, y los sentimos cada vez que un tipo se acerca de manera intimidante. Cuando detrás nuestro, hay asesinos y violadores, también hay opiniones que construyen la culpabilización de las víctimas.
Todo eso de cuidarse no alcanza. Todas las luchas no alcanzan.

Que mirá cómo se vestían
Que cómo las dejaron ir ahí
Que seguro estaban drogadas

Que mirá cómo las mataron por enfermos. Eso es.
Todo tan librado a la suerte, a nosotras. A zafar.
A que no te agarren.

Que en paz descansen, chicas. Acá no vamos a parar.¨

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