Hace dos semanas que ya estaba viajando por España, habiendo pasado por Madrid y Barcelona, por lo que las tapas no eran una novedad para mi. Estaba en el tren que hacía el recorrido Barcelona – Málaga y nos habíamos detenido por fallas técnicas. Ante el temor de no saber si llegaba a tomarme mi combinación en Antequera (unas paradas antes de Málaga), comencé a hablar con dos personas. Eran un pareja mayor, que vivían en Málaga y estaban volviendo a su casa.
La charla no dejó ninguna anécdota increíble, pero todavía me acuerdo de las palabras del hombre cuando le dije que iba a Granada: “si hay algo que tiene Granada, son las tapas. Yo vivo en Málaga pero siempre que puedo me hago una escapada para comer nomás”. Con un consejo tan local y que sonaba tan verídico, debía comprobar con mi propia boca las palabras de este malagueño.
Entre recomendaciones de la gente que atendía el hostel donde me hospedé, recopilaciones de internet y un poco, olfato propio, me armé mi propio tour de tapas, y aquí vamos:
1. Bar los Diamantes, Navas 26:
Es un local pequeño, muy conocido allí por sus tapas de pescado frito. Es un local angosto, y no muy largo, con un barra y algunas mesas, y suele estar a tope, así que hay que tener paciencia. Encontré rápidamente un lugar en la barra y me acomodé. La cerveza, Alhambra (como en casi todos los bares), la sirven como se debe servir: bien fría!
Primero me trajeron unos calamares y camarones fritos, deliciosos para los que saben disfrutar de un buen pescado. Me pedí una segunda caña y me dieron camarones fritos solamente, bien carnosos y sin demasiado freír, punto a favor. La caña cuesta 2 euros y si el pedido lo realizan dos personas, la tapa suele ser más abundante que en mi caso, que estaba solo.
2. Bodegas Castañeda, Calle Almireceros 1:
Este fue mi segundo destino pero al entrar me impactó la cantidad de gente que había en el bar. Ni en la barra había lugar para acomodarse, y eso que yo estaba solo. Por lo que decidí seguir rumbo y volver más tarde.
Cuando volví me acomodé en la barra, pedí una caña, que cuesta 1,8 euros y de tapa me dieron un platito con olivas (aceitunas), un pancito con un pedazo de queso y de jamón crudo. Por lo que pude observar tenían tortilla y paella también, y todo venia en buenas raciones. El servicio fue rápido y eficaz, pero puede suceder que cuando vayan no encuentren lugar y deban volver más tarde.
3. El Minotauro, Calle Imprenta 6:
Aquí el cartel en puerta anuncia tubo y tapa 2,1 euros. El tubo es un vaso apenas más grande que la caña, y en muchos bares suelen ofrecer ambas medidas a diferente precio. El bar es muy grande y estaba casi vacio, por lo que me senté en la barra y todo vino muy rápido.
Hay veces en que un bar vacío genera desconfianza, ya que si no hay nadie no debe ser bueno. Todo lo contrario: el servicio fue perfecto, los mozos muy amables y la comida deliciosa. Me pedí un tubo y apenas lo ordené, el cocinero empezó a preparar la tapa adelante mío: un bocadillo de lomo, con lechuga y salsa alioli, acompañado de olivas y algunas patatas fritas (estilo papas fritas snack).
Volví a pedir otro tubo, ya que me intrigaba qué pudieran darme de tapa esta vez. Con mi segunda cerveza me dieron un bocadillo pero de hamburguesa, con lechuga y salsa barbacoa, acompañado de las patatas fritas. Le pedí si podía darme olivas también, y el cocinero muy amablemente me llenó el plato. Punto a favor.
4. El Leon, Calle Pan 1:
Tiene restaurant y bodega, acudí a la bodega. La caña cuesta 1,9 y el tubo 2. Había una buena cantidad de gente para el tamaño del lugar, no estaba vacío ni tampoco a tope. Me pedí una caña y me dieron unas papas bravas, que estaban bravísimas.
Los amantes de la comida picante seguro las hubieran disfrutado mas que yo, aunque estaban ricas, salí del bar con la boca hecha fuego. Tenían otras tapas pero no pedí una segunda caña ya que para ese momento era mi quinta caña, y quería tener espacio para seguir estudiando el terreno.
5. La Bella y la Bestia II, Calle Cárcel Baja 14:
Este lugar tiene mucho renombre en Granada y llegué con altas expectativas. La caña salía algo caro comparado con otros bares, pero las tapas estaban deliciosas. Primero me sirvieron una mini burguer casera (no una hamburguesa de supermercado) con patatas fritas (también caseras, nada de snacks), una delicia.
La decoración del lugar estaba a tono con su nombre, tenía varias arañas colgadas del techo, espejos, y la barra conservaba la idea del lugar. Volví a pedir otra caña ya que por la calidad de la primer tapa, quería saber con qué me atenderían esta vez. Me dieron dos croquetas de jamón con salsa alioli, que me dejaron muy satisfecho. Por si fuera poco, cuando pedí la cuenta vi que solo me habían cobrado una y el mozo me dijo que me la invitaba la casa.
6. Bar Pañero, Calle San Buenaventura 20, Plaza Aliatar:
A este bar concurríi a la tarde al día siguiente, ya que se imaginarán que luego de tantas tapas solo pude irme a dormir feliz (pero muy lleno). Estaba caminando por el Albayzin y me topé con la Plaza Aliatar, una plazoleta escondida entre las calles empedradas de Granada, con dos o tres bares alrededor, muchas mesas y sillas en el medio, y había unos músicos tocando algunas canciones con violín, acordeón, guitarra, por lo que no dude en sentarme en una mesa y pedir una caña.
Me atendieron del Bar Pañero y me trajeron un platito de paella que acompañó el momento a la perfección. Libro en mano, caña en la otra, disfrutando de una paella al sol junto con buena música, una tarde inmejorable.
Luego pedí otra y esta vez me trajeron un pincho de tortilla y unas olivas, lo que me dejo muy conforme. El precio era de 2 euros la caña y el servicio fue muy rápido, por lo que recomiendo ir a Plaza Aliatar y sentarse a disfrutar de una tarde granadina.