Una bomba en la valija: el hijo que quiso matar a su madre y terminó derribando un avión con 44 pasajeros

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Redactora
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Hace exactamente 70 años, el 1 de noviembre de 1955, un avión de United Airlines explotó en el aire apenas 11 minutos después de despegar desde Denver, Colorado. Las 44 personas a bordo murieron, y lo que al principio parecía un trágico accidente se convirtió en uno de los primeros atentados aéreos de la historia moderna.

Entre las víctimas estaba Daisy King, una mujer que viajaba por primera vez en avión para visitar a su hija en Alaska. Su propio hijo, John Gilbert Graham, de 23 años, había puesto un paquete envuelto como regalo navideño dentro de su valija, pidiéndole que no lo abriera hasta llegar a destino. En realidad, el paquete contenía 24 cartuchos de dinamita con un temporizador.

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La explosión del vuelo 629 sembró el cielo de fuego y escombros que cayeron sobre los campos de Longmont. Durante semanas, las autoridades recogieron restos dispersos en un radio de 25 kilómetros, desconcertadas ante lo ocurrido. Recién cuando los agentes del FBI interrogaron al joven Graham, el caso dio un giro inesperado: habían descubierto que él había sacado un seguro de vida para su madre minutos antes del vuelo.

Presionado, confesó haber planeado el asesinato como venganza por una infancia de abandono y resentimiento. “Si en el avión hubieran viajado mil personas, me daría lo mismo”, llegó a decir. Fue condenado a muerte tras un juicio rápido y ejecutado un año después.

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El crimen de Graham no solo conmocionó a Estados Unidos: cambió para siempre la forma en que se investigan los accidentes aéreos y marcó el comienzo de una nueva era de controles de seguridad en los aeropuertos.

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