Sylvia Bloom ganó millones de dólares trabajando en un bufete de abogados de la ciudad de Nueva York (Estados Unidos).
Pero ella no era abogada o ejecutiva. Durante 67 años, Bloom trabajó en Cleary Gottlieb como secretaria, y ninguno de sus compañeros de trabajo tenía idea de que era millonaria.
Cuando murió, en el 2016, a los 96 años, todos se enteraron de su fortuna y de que la mayor parte de esta se la dejó al programa Expanded Horizons College Success en el Henry Street Settlement, que ayuda a los estudiantes desfavorecidos a prepararse y completar una educación universitaria.
Bloom ganó su dinero, según los miembros de su familia, al tomar nota de qué acciones compraron sus gerentes y luego comprar las mismas cosas en cantidades más pequeñas.
«Ella era una secretaria en una época en la que controlaban las vidas de su jefe, incluidas sus inversiones personales. Entonces, cuando el jefe compraba una acción, ella le hacía la compra y luego compraba las mismas acciones para ella, pero en una cantidad menor porque tenía el salario de una secretaria», dijo su sobrina Jane Lockshin.
Durante todo ese tiempo logró amasar una fortuna de 9 millones de dólares, pero nadie lo notó porque mantuvo la información privada y vivió modestamente. Ella y su esposo, Raymond Margolies, que murió en 2002, vivían en un departamento alquilado muy modesto, aunque podrían haber vivido en un PH súper lujoso. Nunca dejó de tomar el transporte público hacia y desde el trabajo todos los días, incluso la mañana de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en el World Trade Center.
En su testamento, Cleary le dejó parte de su fortuna a su familia. Pero la mayor parte, 6.24 millones de dólares, fueron para el programa Expanded Horizons College Success.
