Una potente tormenta solar iluminó los cielos de Estados Unidos durante la madrugada del miércoles, dejando a millones de personas maravilladas con un fenómeno poco común: auroras boreales visibles desde lugares tan al sur como Florida.
El evento, registrado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), fue consecuencia de una serie de eyecciones de masa coronal (CME) emitidas por el Sol, que alcanzaron la Tierra con una intensidad de nivel G4, en una escala que llega hasta 5. Estas erupciones solares, además de crear espectaculares cortinas de luz en el cielo, pueden provocar interrupciones temporales en las comunicaciones, el GPS y las redes eléctricas.
Según los expertos, el Sol se encuentra en la fase máxima de su ciclo de actividad de 11 años, un período en el que las tormentas geomagnéticas se vuelven más frecuentes. Esto explica por qué las auroras han sido visibles recientemente en lugares inusuales como Kansas, Mississippi o Nueva York.

Las auroras boreales se producen cuando las partículas cargadas del Sol chocan con el campo magnético terrestre, generando luces de distintos colores en el cielo, especialmente cerca de los polos. Sin embargo, durante tormentas solares intensas, estas luces se expanden hacia latitudes más bajas.
El fenómeno podría repetirse, ya que una tercera eyección solar aún está en camino y podría impactar la Tierra en las próximas horas. Según la NASA y la NOAA, este ciclo de alta actividad solar continuará hasta finales del año, aunque el punto máximo aún no ha sido determinado.
Para quienes deseen ver las auroras, los meteorólogos recomiendan buscar zonas oscuras y despejadas, lejos de la contaminación lumínica urbana. Además, el Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA ofrece mapas y pronósticos actualizados sobre la probabilidad de avistarlas.
Incluso si a simple vista no se distinguen, las cámaras de los teléfonos móviles pueden captar los tonos verdes o violetas del fenómeno, revelando un espectáculo invisible para el ojo humano.
Los expertos advierten que, aunque las auroras son bellas, las tormentas solares también recuerdan la vulnerabilidad de nuestros sistemas tecnológicos frente al poder del Sol.

