La dramática situación de Duiliana Sánchez Pereira, una joven venezolana que lleva más de un mes viviendo en el área internacional del Aeropuerto Jorge Chávez en Lima, Perú, ha generado preocupación y reflexión sobre los desafíos humanitarios y burocráticos que enfrentan los viajeros internacionales en situaciones similares.
A pesar de residir en Perú desde 2019 y trabajar en representación de varias marcas, Sánchez Pereira se encuentra en una encrucijada desesperada. La Superintendencia Nacional de Migraciones ha confirmado que no puede ingresar al país como turista debido a la falta de una visa válida, lo que ha llevado a un prolongado y desalentador estado de inmovilidad en el aeropuerto.
La joven, que perdió sus documentos durante un viaje a Europa en septiembre de 2023, se vio envuelta en una serie de obstáculos burocráticos que han dejado su futuro en un limbo incierto. Después de ser negada un salvoconducto en la Embajada de Perú en Italia, se le indicó que necesitaba obtener documentos en la Embajada de Venezuela para regresar a su país de origen.
Acompañada por su abogado, Gabriel González, Sánchez Pereira enfrenta dificultades diarias en el aeropuerto, desde la falta de privacidad hasta la escasez de alimentos y la falta de acceso a medicamentos. Su bienestar físico y emocional se ha visto gravemente afectado, y sus palabras reflejan la angustia y el aislamiento que experimenta a diario.
Este caso destaca la importancia de abordar no solo las cuestiones burocráticas relacionadas con la documentación perdida, sino también las necesidades humanitarias de las personas atrapadas en situaciones de inmovilidad forzada en las fronteras internacionales.
Mientras tanto, la joven espera una solución a su situación, consciente de los requisitos para solicitar una visa temporal que permita regularizar su estatus en Perú. Sin embargo, el camino hacia una resolución parece estar lleno de obstáculos y complejidades adicionales, lo que subraya la urgencia de abordar estos problemas con compasión y eficacia.