En esta ocasión tuve la oportunidad de conocer un destino que siempre me había llamado la atención, por sus colores, su gente y su maravillosa cultura: Colombia. Estaba muy emocionada de finalmente conocer este país tan especial.. pero la aventura recién comenzaba!
Un mal rato en el aeropuerto…
Ya estaba lista para viajar: planifiqué todo para no documentar maleta, ya que me daba miedo que se perdiera. Llevaría una pequeña en la cabina: puse mis cremas, el shampoo, llevé mi perfume, todo en contenedores de 100 ml, para poder llevarlo conmigo.
Hasta que PUM, me pasé del peso exigido para llevar la maleta arriba del avión. Así que finalmente tuve que despachar la maleta, claro que con candado y reforzado! Y por suerte nada malo pasó. El único momento amargo del viaje fue cuando tuve que recoger las maletas en el aeropuerto de la CDMX y nos dimos cuenta de que venían rotas.
Lo primero que pensé fue lo peor, que me habían robado todo, pero en seguida llamé a un encargado de la aerolínea y me tranquilizó. Me dijo que es muy común que en El Dorado (Aeropuerto de Colombia) la aduana las chequea, y al hacerlo de prisa, rompían los cierres y las dejaban en muy mal estado. Aunque intenté enviar un reclamo a la aerolínea, me recomendaron no hacerlo ya que en este caso había sido responsabilidad del aeropuerto.
Volviendo al viaje, el plan era viajar a Colombia por 9 días, visitando Bogotá y Pereira (un municipio colombiano, capital del departamento de Risaralda). Es la ciudad más poblada de la región del Eje Cafetero, y de ahí nos moveríamos a Salento, un pueblo que pertenece a Quindío, donde exploraríamos las fincas y conoceríamos el proceso del café.
Después, pasaríamos por Cartagena que es costa y rumba para tener unos días de playita y disfrute y volveríamos a Bogotá para volar de vuelta a la CDMX y finalizar el viaje en nuestros respectivos destinos. Peeeero, no contábamos con que justo en las fechas que nosotros volábamos, una de las aerolíneas colombianas estaría en paro y postergarían muchos vuelos.
El vuelo de Bogotá a Pereira fue perfecto, de hecho es el vuelo más corto que he tenido en mi vida, solamente duró 25 minutos. Los asientos tenían pantallas, eran muy amplios y te daban audífonos por si no traías unos. En las dos ocasiones que volamos por Avianca, no nos dieron snacks porque nos tocó en medio del avión y los vuelos eran tan cortos que no alcanzaban a llegar hasta nuestros asientos.
¿Lo mejor de Colombia? ¡Su gente!
Déjenme contarles que la gente en Bogotá es super amable, amé la manera en que siempre quieren ayudarte por ejemplo: en lugar de decir «te ayudo»; acá dicen «le colaboro»; o cuando les preguntas algo dicen «dime». El “OK” o “está bien” de nosotros, aquí es “vale”, un letrero de “Se renta” acá lo encontrarás como «se arrienda», el “que padre” es chévere y a algo muy muy padre se le dice «muy chusco».
Hay muchas cosas que se asemejan mucho a México pero sin dudas, mis dos top favoritos son «droguería»; que quiere decir farmacia y “PARE” que es lo mismo que nuestro «Alto / Stop» de la calles.
La gente es muy relajada y una de sus palabras más comunes es “Tranquilo”. Fuimos a un mercado y estábamos pasando de puesto en puesto comparando precios de unas bolsas y le decíamos que ahorita volvíamos y ellas decían «Tranquila, Señora». Acá para todo también dicen señora o señor y no lo debes de tomar a mal, ya que es una manera de expresar su respeto. Inclusive vimos unas niñas en el parque hablándose de señoras entre ellas, fue muy chistoso.
Cuanto más viajo, más me enorgullece ser mexicana. Si vieran la cantidad de sonrisas que salían de las personas cuando «México» era la respuesta a la pregunta: «¿De dónde eres?». En todos los lugares que visitamos nos cacharon que éramos mexicanas por el simple hecho de que todo el viaje nos la pasamos sorprendidas y se nos salía el «¡Que padre!», a todo le queríamos tomar foto y en cada comida que pedíamos siempre preguntábamos por el limón.
Bogotá es muy similar a México, siempre me sentí segura caminando por sus calles, se me figuró mucho a Guadalajara, la mayoría de las calles tiene camellones con plantas, hay mucho verde alrededor. El clima, como decía un taxista que nos llevó, es como una mujer ya que cambia de parecer muy rápido. En media hora puede que llueva, salga el sol, se nuble. Tuvimos mucha suerte porque octubre es la época más húmeda del año y la lluvia no fue un impedimento para todas nuestras actividades.
La comida en Colombia es muy similar a México, confieso que me gustan más las arepas que hacían unas amigas de Venezuela que las que probé en Colombia. La harina es muy amarilla y son muy grasosas, a mi parecer.
En Bogotá no se pueden perder el Museo de Botero, el Museo del oro, la Plaza Bolívar donde está la Catedral, El chorro de Quevedo, una calle llena de arte, murales y graffitis donde encontrarán los escenarios perfectos para tomar fotos ubicado en el centro de la ciudad, mejor conocido como La Candelaria.
Este viaje lo hice con unas amigas en parte para conocer otro destino, también como auto regalo de cumpleaños pero más que nada por acompañar a una muy buena amiga que se casa en febrero y quería hacer este viaje antes de empezar su etapa de casada.
Si nunca han viajado con amig@s o en grupo, se los recomiendo, no es sencillo, es cuestión de ceder y tener mucha paciencia pero la verdad es que es muy bonito, hubo momentos súper divertidos y la verdad, este viaje se queda guardado en mi corazón.