Año a año, durante la noche del 23 de junio, España convoca en sus calles a miles y miles de locales y turistas de paso en lo que se conoce como la festividad cristiana que celebra el 24 de junio el nacimiento de San Juan Bautista.
Al mismo tiempo, por la cercanía de ambas efemérides en el calendario, esta celebración suele traer acompañado el festejo tardío por la llegada del solsticio de verano en el hemisferio norte, suceso que comienza a partir del 21 de junio. De hecho, es difícil asegurar qué fue primero, si la festividad de San Juan Bautista o si el solsticio. En tiempos contemporáneos, esta última excusa ha ganado un gran peso en la comunidad española, siendo que en su mayoría jóvenes se dan cita para vivir una de las noches más alegres de la región. De esta forma, la noche de San Juan ha ido complementándose con la magia de antiguas fiestas que se organizaban de cara a celebrar el solsticio de verano.
A su vez, el paralelismo se ha manifestado explícitamente cuando se han puesto en práctica costumbres y rituales determinados. Durante la Fiesta de San Juan o Víspera de San Juan, como también suele llamarse a este evento, la población se ha acostumbrado a encender hogueras. El fuego se vuelve el gran protagonista. En principio, este rito toma su origen durante la llegada del verano, ya que las creencias paganas aseguraban que era una medida que significaba entregar más fuerza al sol rindiéndole tributo. En efecto también se creía que el fuego acompañaba de una función “purificadora” a las personas que contemplaban el acto, alejando los malos espíritus y rompiendo con todo lo malo que haya acontecido durante el año.
En muchos lugares, las celebraciones actuales poseen una conexión directa con celebraciones iniciadas en la antigüedad ligadas al solsticio de verano, influidas ya sea por ritos precristianos o simplemente vinculados a los ciclos que determina la naturaleza. La noche de San Juan, y la quema de las características hogueras, se asocian conscientemente también a la finalización del ciclo académico para los estudiantes y el disfrute de gran parte de los habitantes que pueden retomar sus tiempos de ocio en la calle aprovechándose del buen tiempo.
La festividad de la noche de San Juan ha encontrado su máximo esplendor en todo España y, aunque el fuego y los festejos en la calle son un elemento infaltable en los actos, en cada localidad se han ido adquiriendo determinadas prácticas para distinguirse. Por ejemplo, la ciudad española de Alicante, ha declarado a las Hogueras de San Juan como sus fiestas oficiales. Con orígenes que datan de años alrededor de 1928, comenzaron a tomar características actuales y de un atractivo cultural que las ha llevado a consolidarse como fiestas de Interés Turístico Internacional. En Alicante suelen programarse desfiles, cabalgatas, ofrendas de flores a la Virgen, corridas de toros y hasta competencias deportivas.
En pueblos como Asturias y Galicia, donde la tradición se ha influenciado por sus antecedentes celtas, la celebración nocturna también vincula al agua. En Barcelona, también acostumbran a acercarse a las costas del Mar Mediterráneo acompañando el festejo con fuegos artificiales y baile en la calle hasta la madrugada.
La otra cara de San Juan
Esto último ha sido causante de descontrol en muchas oportunidades. De hecho, el día después a la alegría, la borrachera y la adrenalina de jóvenes que celebran la llegada del verano suele ser un dolor de cabeza para las autoridades españolas. Sumado a algunos incidentes, las playas se vuelven asentaderos de residuos: según indicaron responsables de la limpieza en la zona, alrededor de 60.000 personas pueden provocar más de 20 toneladas de basura en las costas de Barcelona.
Residuos que, si España quiere seguir convirtiendo al litoral en un destino turístico atractivo, los trabajadores han juntado de inmediato gracias a la puesta en marcha de un dispositivo de limpieza para que los bañistas puedan volver a disfrutar del mar y la arena.
