En el corazón de Toronto, una de las ciudades más importantes de Canadá, se encuentra Yonge Street, la calle más larga del mundo. Con una longitud de 56 kilómetros, esta vía se extiende desde las orillas del lago Ontario hasta los límites norte de la ciudad, acercándose a la frontera con Minnesota.
Yonge Street no solo es un eje crucial para la ciudad, sino también una pieza histórica de gran relevancia. Su construcción comenzó en 1790, bajo la supervisión de John Graves Simcoe, el primer administrador colonial de Ontario, quien decidió nombrarla en honor a su amigo Sir George Yonge. Sin embargo, no fue hasta 1816 que la calle quedó habilitada para el uso común. Desde entonces, ha evolucionado con la ciudad, siendo testigo de la transformación de Toronto de un modesto asentamiento a una metrópolis vibrante.
La influencia de Yonge Street en el diseño urbano de Toronto es innegable. Bajo su pavimento corre la primera línea de metro de Canadá, inaugurada en 1949, y sirve como línea divisoria entre las regiones este y oeste de la ciudad. Además, su importancia no solo es funcional, sino también cultural; caminar por Yonge Street es recorrer lugares emblemáticos como el Centro Eaton, Yonge-Dundas Square, y el Hockey Hall of Fame.
A lo largo de la historia, muchas calles han sido reconocidas por su longitud, pero ninguna se compara con Yonge Street. La siguiente en la lista, Sunset Boulevard en Los Ángeles, tiene «solo» 38 kilómetros de extensión. Incluso otras famosas vías como Broadway en Manhattan, con 33 kilómetros, o la Avenida Rivadavia en Buenos Aires, palidecen en comparación.
Y aunque en un momento se consideró que Yonge Street formaba parte de la Autopista 11, sumando un total de 1.896 kilómetros, hoy en día se reconoce como una vía independiente, manteniendo su estatus como la calle más larga del mundo.
Así, Yonge Street no es solo una calle, sino un reflejo de la historia y la evolución de Toronto, una avenida que conecta pasado y presente a lo largo de 56 kilómetros llenos de vida y cultura.