Cómo aprovechar al máximo 48 horas en Roma

48 horas en Roma, cómo aprovechar tu tiempo al máximo
Redactor
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8:40 am, un vuelo de poco mas de 2 horas desde Madrid (consejo, aquí no tienes que estar 3 horas antes en un vuelo internacional, con que llegues 1:30hr antes, está bien) y llegamos al aeropuerto Leonardo Da Vinci en Roma.

Tal como escribí en Nuestro viaje por Europa , describiré paso a paso nuestro viaje en cada ciudad, con los debidos tips para que, si decides hacer algo similar, pues pasarla lo mejor posible, aclarado esto…

Después de recoger nuestro equipaje tomamos un tren (ahí mismo en el aeropuerto) que nos llevará a la terminal (Roma Termini). Si es tu primera vez en Europa, y por ende, primera vez en usar los trenes, te diré algo: no te preocupes por tu equipaje, hay un área entre vagones donde se pone éste, si no alcanzas lugar ahí, solo acomodarlo de forma que no estorbe y despreocúpate. Toma tu asiento y disfruta el viaje.

Al llegar a Termini, nos dirigimos a buscar nuestro hotel, decidimos quedarnos en Blue Hostel, (Via Carlo Alberto 13, 00185que no es un hostal, (aunque tampoco es un hotel) es más bien… un buen lugar donde quedarte. Caminamos un poco y a 4 cuadras, vemos la iglesia de Santa María Maggiore, y a unos metros, The Blue Hostel.

Somos recibidos por Andreas (que nos ayudó a cargar la maleta ya que hay que subir unos muchos pinches escalones). Nos dan llaves, nos dan un mapa de la ciudad y unas cuantas recomendaciones, un baño rápido y al metro, tenemos boletos para el Vaticano.

Roma Termini

En la misma Termini puedes comprar los boletos para el metro. Hicimos unas cuantas estaciones y llegamos al Vaticano, un poco preocupados por las largas filas que se hacen en verano, decidimos comprar on line los boletos, al llegar, no hay fila alguna. ¿Será la época?

Somos abordados por diversos «guías» cuyas ofertas van desde un recorrido ligero por los jardines, hasta los que te prometen sentarte a tomar el té con el mismo Papa, evítalos. Si no has contratado uno a través de alguna página, y que esté correctamente identificado, NO lo busques aquí, sus precios son exagerados.

No hace tanto frío, y después de esquivar a los guías, entramos a las taquilla y validamos nuestros boletos, tomar un audioguía y «pa’ dentro».

Primero el museo, muestras de arte egipcio, mapas de la distribución geográfica de Italia a lo largo de los años, reliquias de los papas, y la Capilla Sixtina… ¡Vaya que cosa!

Es más pequeña de lo que uno se imagina, pero es enorme en arte y sí, se percibe un ambiente de paz. Está estrictamente prohibido tomar fotos o video, de hecho, aquí hay mucha seguridad y apenas uno toca su cámara y ya tiene a uno de esos personajes diciendo (a gritos) «¡No video, no foto!», y pues.. a acatar reglas.

Es imperativo escuchar el audioguía y tomarte tu tiempo para apreciar todo el trabajo de Miguel Angel.

Esfera con esfera (de Arnaldo Pomodoro) Museo Vaticano.

Después, salimos hacia el «Patio de la piña» y el «Pomodoro».

Unas cuantas fotos, y luego de entregar el audioguía, salimos y caminamos por Viale Vaticano, un giro (siguiendo el muro), uno más y llegamos a la Plaza de San Pedro, ¡que grande es! Vemos el obelisco de Calígula, los pilares, el balcón donde «su santidad» sale a liberar palomas. Todo es tal como lo esperamos.

Ojo, la entrada a la Plaza es gratuita, hay algunos estafadores que te querrán vender «entradas», ignóralos.

Aquí sí hay bastante gente, tomar una foto sin colados es imposible.

Piazza di San Pietro, Roma.

Gran visita al Vaticano, no vimos a Francisco pero no nos decepciona en lo más mínimo.

Ya es hora de comer, así que buscaremos algo que nos quede camino al Castillo de Sant Angello, siguiendo las recomendaciones de Andreas, y a unas cuadras de la Plaza de San Pedro, encontramos Ristochicco (Borgo Pio, 186,00193), como no habíamos comido tenemos mucha hambre.

Les pide una pasta con mariscos y yo una carbonara… cada «plato» es como para 3 personas, abundante, muy abundante, y con un sabor exquisito. El lugar es pequeñísimo, las pesas están muy juntas unas con otras, pero comemos delicioso.

Después de unas pequeñas clases de italiano con la mesera, nos vamos camino al Castillo Sant Angello con la estatua del arcángel San Miguel en su punta (buena historia el porque esta ahí). Ya empieza a bajar la temperatura y la luz comienza a escasear.

Castillo de Sant Angelo - 48 horas en Roma
48 horas en Roma: Castillo Sant Angello
Foto de Gabriella Clare Marino en Unsplash

Caminamos ahora sobre el Río Tiber, por el puente Sant Angello, hay muchas esculturas de ángeles, y vamos hacia Piazza Navona. Decidimos dejar la ruta turística y nos metemos entre callecitas, callejones que dan vueltas inesperadas y te permiten ver el folclor italiano.

Piazza Navona es muy bonita, la fuente de los 4 ríos y el obelisco agonale es un buen lugar para descansar un poco, echar unas fotos y retomar nuestro camino, ahora hacia Piazza Venezia.

Si llevas un mapa, asegúrate de voltearlo según vas avanzando o te perderás como nos pasó. Una pausa para tomar un gelatto, y seguimos hacia Piazza Venezia, vemos el Monumento a Victor Manuel. Ya estamos un poco cansados, así que vamos hacia nuestro hotel, la ruta es larga, pero por fin llegamos. Santa María Maggiore es muy bonita de noche. Por fin dormiremos, mañana tenemos un día muy agitado.

Nos despertamos un poco más tarde de lo planeado, pero el descanso nos ha caído muy bien, ya casi ni se siente el Jet Lag, echamos un baño y estamos listos. Tenemos entradas compradas previamente para el Coliseo (Tip: lleva ya todo impreso, ya que encontrar un Café Internet donde tengan impresiones y que además te entiendan los que ahí trabajan puede ser una monserga).

Por la premura tomamos el metro, serán solo unas 4 estaciones. Al salir, ahí esta, imponente, grande, con su pared ausente. Ya queremos entrar, pero primero el documento impreso debe validarse, esto lo haremos en el Foro Romano y el Palatino, están a un lado, pasando el Arco de Constantino.

Arco de Constantino - 48 horas en Roma
48 horas en Roma: Arco de Constantino
Foto de Fabio Fistarol en Unsplash

Como ya tenemos los boletos comprados, saltamos la fila que, no es para nada grande, pero si ganamos unos 15 minutos. Entramos al Foro y al palatino, bonitos jardines, historia a cada paso, todo lo que vemos nos da una idea de cómo se vivía en aquella época.

Más ruinas, más historia, vemos a unos cuantos disfrazados de Gladiadores que por  algo de dinero te permiten tomarte una foto con ellos y, ahora si, al Coliseo.

Volvemos a pasar por el Arco, casi al llegar al Coliseo te abordarán varios guías que te ofrecen el recorrido explicado, optamos por el audioguía, un poco engorroso el pagar aquí, recoger acá y entrar por hasta allá.

Al entrar, todo lo que te han contado se queda corto. Es majestuoso, impresionante, los túneles, los «palcos», el sistema de poleas, el audioguía te lleva de la mano, hay una zona de maquetas donde, gracias a ellas, entiendes cada sistema. Imposible no dejar volar la imaginación.

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48 horas en Roma: el Coliseo

La visita te llevará poco más de una hora, que se te pasará rapidísimo, afortunadamente para nosotros, no había mucha gente, me imagino que por el clima y la época, pero en verano este lugar tiene fama de ser un hervidero de personas.

Al salir, caminamos por Via del Fiori Imperiale, en la cual hay varias estatuas, varios personajes importantes de la historia Romana (Neron, Juio Cesar), la Colonna Troiana, pasamos por el Museo Centrale del Resurgimiento, el Altare della patria y de regreso a Piazza Venezia, tomamos Via del Corso y nos dirigimos a la Fontana Di Trevi. Camino a esto nos perdimos un poco, pero pudimos ver el cambio de guardia de la Presidencia de la República Italiana, después de preguntar, por fin llegamos.

Para nuestra fortuna NO está en reparación, echamos las monedas, unas fotos, es justo como la esperábamos, y aquí sí, llena de gente.

Fontana de Trevi, Roma (I)
48 horas en Roma: la Fontana di Trevi

Ahora sí, iremos por fin a comer. Nos llama la atención la vitrina del Leon Di Oro (Via Sistina 9, 00187), pizza y vino, precios adecuados, atención muy agradable. Al salir ya está un poco obscuro, y se empieza a sentir el cansancio. Al regreso paramos en Cin Cin Bar, una cerveza y a continuar nuestro camino hacia el hotel.

Ya de regreso vamos a la Escalinata de la Piazza di Spagna, esas famosas escaleras donde la gente se sienta a disfrutar de un gelatto, y pues tuvimos la mala suerte de encontrarlas en reparación. Ni modo, «otro día será».

Al caminar por las calles entiendo esa frase de Erich Fromm que decía: «Hasta el Romano indigente se sentía orgulloso de decir civis romanus sum; Roma y el imperio eran su familia, su hogar, su mundo».

Roma se conoce caminando, ve por las calles, recorre sus avenidas y déjate sorprender por cada pedazo de historia que te espera al doblar la siguiente esquina. Es la única manera en que te conquistará.

Al día siguiente nos iremos a Florencia, por hoy hay que dormir, aunque sea un poco.

Ciao Roma.

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