La bulliciosas ciudades turísticas de Marruecos no se caracterizan por ser espaciosas ni tranquilas. Sin embargo, en todos los grandes centros del país se esconden joyas de la arquitectura que nos van a dar momentos de paz, esas son las Madrasas.
Se trata de antiguas escuelas religiosas que fueron construidas siglos atrás y en las cuales los estudiantes memorizaban el Corán, aprendían las leyes del Islam, así como literatura árabe, lógica y matemáticas.
Miles de turistas las visitan para contemplar unas de las obras más auténticas de la cultura marroquí ¿Qué las hace tan fascinantes? Los pisos de mármol, las paredes con motivos geométricos y caligrafía islámica creados por mosaicos y maderas talladas.
Madrasa de Bou Inania, en Fez
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es una de las más antiguas y mejor conservadas. Fue inaugurada en el año 1350, restaurada en el siglo XVIII y nuevamente en el siglo XX. Esta escuela de estudios superiores a su vez funcionaba como residencia.
Madrasa de Ben Youssef, en Marrakesh
Es la más grande de todo Marruecos y fue levantada para dar servicios a los estudiantes de la mezquita que lleva el mismo nombre. Su construcción finalizó en 1565. Alrededor del impresionante patio central se encuentran 130 celdas que sirvieron para alojar a 900 alumnos al mismo tiempo.
Madrasa de Abu-al Hassam, en Sale
A diferencia de las demás, esta madrasa no está ubicada en una gran ciudad y, al estar algo aislada, tiene muchos menos visitantes. A pesar de ser menos opulenta, conserva su atmósfera mística y su majestuosidad.