La elefanta Mara cumplió ayer, miércoles 20 de mayo, su primera semana en el Santuario de Elefantes de Brasil, situado en el Mato Grosso. Allí fue trasladada luego de haber permanecido durante muchos años en el Ecoparque de la ciudad de Buenos Aires.
Para su traslado se montó un inédito operativo, considerando además las particularidades de un contexto de pandemia de coronavirus en donde los pasos fronterizos de Argentina se encuentran cerrados.
Según han indicado desde el Santuario, durante estos siete días Mara ya logró hacerse una mejor amiga, protegió con tierra su piel deteriorada por el cautiverio y dio sus primeros pasos sobre el césped.
Sin dudas, un gran avance para esta especie que debió cumplir una ‘cuarentena’ obligatoria contra su voluntad y recién ahora puede disfrutar de un entorno natural agradable para su desarrollo.
Todos nosotros, el equipo del Santuario de Elefantes de Brasil, estamos comprometidos a proporcionar la mejor vida posible a los elefantes bajo nuestro cuidado, y nos gustaría que nuestros esfuerzos ganen la confianza y el apoyo de las personas que, como nosotros, quieren hacer una diferencia en La vida de cada uno de ellos.
Santuario de Elefantes de Brasil
Una vida de cautiverio
Mara nació en cautiverio a fines de la década de 1960, en la India, y fue vendida al zoológico de Tiepark Hagenbeck de Hamburgo (Alemania). En 1970, la adquirió Ramón Tejedor, que la llevó a Montevideo (Uruguay) para explotarla en el Circo África.
Un año después fue vendida al Circo Sudamericano y llevada a Argentina. Pasó por varios circos hasta llegar al Rodas en 1980. En 1995, por la quiebra de ese circo, Mara terminó en el ex zoológico de Buenos Aires.
Traslado inédito
Mara empezó su travesía hacia la libertad el sábado 9 de mayo por la tarde, cuando ingresó voluntariamente a la caja de traslado. La caja fue prestada por el Santuario de Elefantes, pesa 5.750 kilos y tiene 5 metros de largo, 2 de ancho y más de 3 metros de altura.
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Con una gran grúa, la retiraron del recinto y la subieron a un camión. Un sistema de ventanas permitió monitorear a Mara permanentemente. Cada 3 horas se realizó una parada para verificar su estado, alimentarla y darle agua.
Viajó acompañada por personal del Ecoparque y seis choferes. En la frontera de Brasil fue recibida por el equipo del santuario y, tras subir la caja de traslado a otro camión, continuó viaje.
Scott Blais, fundador y director del único santuario de elefantes de América del Sur, el Global Sanctuary for Elephants, situado en el estado brasileño de Mato Grosso, estuvo a cargo de diseñar el operativo de traslado junto con las autoridades porteñas y los directivos del Ecoparque y, aunque era optimista sobre el futuro de Mara en Brasil, reconoció conmovido: «Nunca sabemos en realidad qué anticipar, cada elefante es diferente y así como algunos quieren interactuar enseguida, otros prefieren ir tomando confianza de a poco… Con Mara no sabíamos qué esperar y lo que ocurrió fue impresionante«.
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De esta manera, Mara recorrió 2700 kilómetros hasta llegar al Santuario de Elefantes de Mato Grosso (Brasil), donde luego de 54 años vivirá libre de cualquier explotación, el resto de su vida.
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