Muy merecido: Diego, la tortuga, que tuvo tanto sexo que ayudó a salvar a toda su especie de la extinción, ahora finalmente regresó a su hogar en las Islas Galápagos después de 55 años.
La tortuga, que tiene más de 100 años, fue una de las 15 tortugas (12 hembras y tres machos) en el programa de cría en cautividad en el Centro de Tortugas Fausto Llerena en la isla de Santa Cruz, calificado como uno de los más exitosos del mundo.
A través de este programa de reproducción, las 15 tortugas produjeron casi 1.900 crías en las últimas cinco décadas. Estas crías se han reintroducido lentamente en la isla, salvando efectivamente a toda la especie.
De hecho, muchas de esas 1.900 tortugas han comenzado a reproducirse, creando una población de aproximadamente 2.300 hijos y nietos de los 15 originales.
Gracias a su contribución, el Parque Nacional Galápagos ha anunciado el final del programa de reproducción, diciendo que una evaluación mostró que había cumplido sus objetivos de conservación.
Diego llegó a las Islas en 1976 desde el zoológico de San Diego (de ahí su nombre). Pesa unos 80 kilos y puede medir hasta 1,50 metros de alto si llega a estirar bien las patas y, especialmente, su cuello.
A pesar de su vejez, Diego no tuvo problemas para aparearse: se cree que hasta el 40% de la población actual de tortugas en la Isla Española, parte de las Islas Galápagos, son descendientes de la tortuga.
Ahora, finalmente ha podido regresar a casa junto con sus otros compañeros, uniéndose a las otras 2.300 tortugas que ahora pueden reproducirse naturalmente en la isla.
Diego ayudó a aumentar la población de tortugas de 15 a 2,000
Hace ya casi cinco décadas, en el sur de las islas Galápagos, a unos 900 km de la costa de Ecuador, se hallaron solamente dos machos y doce hembras de esa especie, para entonces los últimos sobrevivientes nativos del lugar. Hace 50 años, quedaban solo 2 machos y 12 hembras.
Al haber tan pocos ejemplares, se inició una campaña internacional y se logró localizar a Diego en el zoológico de California. La tortuga fue reubicada en un centro de reproducción en la isla Santa Cruz, una de las Galápagos, y se mostró como el “dominante” entre los tres seleccionados para recuperar a su especie.
Los científicos no sabían cuánto había contribuido cada tortuga con la repoblación hasta que hace seis años un análisis genético mostró que Diego era el padre del 40% de las crías y ahora la especie ya no está en peligro.