Había tardado en agarrar carretera en Chile. Tengo viajes pendientes por contar y no termino de organizarlos en mi cabeza. Es que, siento que tengo más de un año viajando. Me gusta creerme mi historia. Al final no pertenezco a nada, voy de paso, tomo lo que necesito y sigo.
Hay días en los que, el despertador te saca de la cama de un tirón, como cuando me levanté con ganas de irme a Valparaíso. Esa naturalidad para meter lo que necesitas en un bolso, tomar el desayuno y partir sin prisa, es lo que más me gusta de mis maneras de viajar. Sin itinerarios porque no soy un turista, sin la prisa de llegar tarde a la terminal, porque resulta que aún no compro un pasaje. Soy yo, las ganas y un bolso para sobrevivir un día: agua, libros, iPod y un sándwich para cuando el hambre ataque. Si pasa algo más, tocará resolver en el camino.
Valparaíso es nostalgia, es poesía, es un café en una tarde de invierno. Es lo primero que noto cuando llego. Hago una fila para recoger un mapa gratis, aunque mi torpeza con los mapas sea irremediable. Es como darme una oportunidad. Termino perdiéndome y llegando a los lugares de causalidad. No tengo a donde ir la verdad, mi intención es moverme.
Para que no digan que no vine #ValpoExpress ????
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Cuando camino veo postales en las esquinas, porque eso también es Valparaíso, una postal del tamaño de una ciudad. Comienzo a sentir los olores del pacífico y las frutas y las empanadas de la señora que a todo pulmón grita la mercancía que vende. Es sábado, la ciudad vibra, hace frío para mi gusto. Intento caminar pero solo doy con cúmulos de gente y pequeños mercados itinerantes. Soy yo y mis ganas de llegar a algún lugar. Agarro el primer bus que pasa, no tengo idea de cómo es el transporte en la ciudad. Me tomo mi tiempo para pagar. Termino cerca del puerto y comienzo a darle pata por todos los recovecos.
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Si usted quiere que lo lleven y lo traigan en su viaje, quédese donde está, ni se le ocurra ir a Valparaíso. Valpo, es para caminar hasta que los pies ya no den más. Es un viaje para llegar con ampollas si es posible, porque si no subes, bajas. Uno se detiene para tomar una foto, para contarle la emoción a un amigo o para comer, cuando de hambre. Si vas por arriba, la costa abajo te saluda, si vas por debajo, los colores de los cerros te tientan. No tienes escapatoria, la ciudad te invita a ir más allá.
Valparaíso son dos abuelitos leyendo en un banco de la ciudad, es un perro que te mueve la cola cuando pasas, es una tetera con agua caliente todo el tiempo, una panorámica del océano Pacífico, es un grafiti, una pintura, un cuadro sin marco. Valpo es un pescador que madruga, una foto por tomar, una película en blanco y negro.
‘Ta madre #ValpoExpress ????????
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Aunque no soy fan de Neruda, seguro él lo pudo describir mejor que yo:
VALPARAÍSO, qué disparate eres, qué loco, puerto loco, qué cabeza, con cerros, desgreñada, no acabas de peinarte, nunca tuviste tiempo de vestirte…
Valparaíso también es, esa ciudad que te deja con ganas.