La protagonista de esta emocionante historia es Amy Jandrisevits, una artesana y fabricante de muñecas que ha decidido implementar parte de su talento con el diseño y la costura para acompañar a niños con diferencias físicas visibles a sentirse orgullosos y empoderados sin importar su condición.
Todo surgió a partir de que Amy observó la gran deficiencia y ausencia que había en torno a juegos y/o formas de entretenimiento que no resultaran un típico estereotipo de muñecas. La joven notó que el mercado no contaba con gran variedad de expresiones físicas por lo que decidió poner manos a la obra para revertir tal situación. Afortunadamente, sus muñecos se han transformado en obras de arte sumamente inspiradoras.
Lo más importante de su trabajo: las muñecas de Jandrisevits están completamente personalizadas en función de las personas para las que las crea. Es decir, cada niño o niña que reciba una muñeca, podrá observar un parecido en cuanto a su físico, por lo que la fabricante apunta a que los receptores se sientan menos «angustiados» o diferentes a la «norma» por su condición.
Así, el modus operandi de Amy para realizar las muñecas comienza cuando recibe una solicitud de muñeca. A partir de allí, presta especial atención a los detalles que se presentan en las fotografías originales, entre ellos el origen étnico, problemas médicos, características físicas, así como cualquier otra característica distintiva de sus futuros destinatarios. Acto seguido solo queda poner manos a la obra: en su mesa de comedor de madera redondeada, Jandrisevits comienza el proceso de construcción de la muñeca.
En diálogo con el medio My Modern Met, Amy expresa “Cada muñeca cuenta una historia y algunas son crudas, desgarradoras y emocionales… Tengo el privilegio de ser parte de sus historias y un honor de poder vislumbrar su mundo. No me lo tomo a la ligera«.
Necesitamos ver a cada niño como una obra de arte, una obra maestra. Si bien la fabricación de muñecas es una forma de arte, el lienzo real es el niño mismo. Si queremos convertirnos en una sociedad que valora las diferencias y la inclusión, aquí es donde comenzamos. Comenzamos con algo tan simple como una muñeca, una semejanza humana
Amy Jandrisevits en diálogo con My Modern Met
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