Las Terrazas Rosas y Blancas del lago Rotomahana, en la Isla Norte de Nueva Zelanda, formaban un paisaje espectacular y viajeros de todo el mundo llegaban para conocerlas, hasta que, en 1886, una erupción volcánica las dejó sepultadas. La buena noticia es que ahora, 131 años después, los científicos las redescubrieron y aseguran que están intactas.
Las terrazas se formaron cuando grandes cantidades de de carbonato de calcio fueron arrastradas por el agua caliente transformándolo en carbonato cálcico y permitiendo que emergieran enormes capas de caliza y travertino. Así se formaron las espectaculares cascadas, escaleras, piscinas naturales y saltos de agua. El nombre se debe al colorido que les daban los distintos minerales y las colonias de bacterias que vivían allí.
Durante muchos años, a mediados del siglo XIX, esta fue la atracción turística más visitada, no solo del Imperio Británico, sino de todo el hemisferio sur. Hay registros de los barcos que llegaban con viajeros de todo el mundo, especialmente durante la primavera y el verano, cuando podían bañarse en el lago Rotomahana.
A pesar de haber sido un destino tan famoso, no quedaron datos oficiales acerca de su ubicación exacta luego de que, en 1886, la erupción masiva del Monte Tarawera dejara a las terrazas bajo una gruesa capa de barro y cenizas.
¿Cómo las encontraron?
Todo comenzó en el año 2010, cuando la investigadora Sascha Nolden halló unas notas que pertenecieron al geólogo Ferdinand von Hochstetter y en ellas describía, casi con exactitud, la ubicación de las terrazas. Sin embargo, a raíz de la erupción, el escenario mutó, tanto el lago como sus alrededores. Por eso, desde el hallazgo de esos documentos, un equipo estuvo trabajando en la locación y comparando la forma y el tamaño del lago, finalmente, aseguran haber encontrado el lugar. Ahora necesitan el permiso del pueblo iwi para comenzar a hacer excavaciones y así confirmar la hipótesis de los científicos, que las terrazas no se destruyeron.