La altura, la geografía y el clima hacen que desde Cafayate, la localidad salteña -situada precisamente en los valles Calchaquíes– que se destaca por sus formaciones rocosas rojizas salgan algunos de los vinos más maravillosos del país. Como si se tratase de reflejo de su mística y esencia, existen unos que llevan el mismo nombre que este lugar tan soñado: Vinos Cafayate de Bodega Etchart.
El truco que permite semejante magia: clima caluroso y de noches frías. Uno de los aspectos más interesantes de la vitivinicultura de altura es que las altas temperaturas del día y la insolación son equilibradas con el aire fresco que corre entre las viñas por las noches. La acentuada amplitud térmica permite que las uvas alcancen su madurez habiendo acumulado una buena cantidad de componentes indispensables: aromas pronunciados y taninos en los tintos.
Asimismo, esta diferencia de temperatura favorece el desarrollo de frutos con niveles de acidez natural suficientes como para que los vinos sean frescos y fluidos.
Argentina se ha posicionado en el mundo como un líder en el mercado en cuanto a producción y comercialización de vinos. La industria vitivinicultora es considerada aquí como un emblema a nivel mundial, marcando la diferencia a partir de las clasificaciones en cuanto a volumen en la cosecha, calidad en la producción y exportaciones a mercados internacionales.
Un viaje al origen
Cuenta la historia que años antes de que la filoxera atacara los viñedos más importantes de Francia y destruyera su industria vitivinícola, a Argentina había arribado un agrónomo francés para desarrollar el cultivo de uvas en el país. Así fue, precisamente como, con la desconocida fortuna de contar con unas condiciones climáticas ideales para la producción de vinos, Argentina terminó por convertirse en el único país donde se encuentra Malbec elaborado con cepas originales de Francia.
Aquel acontecimiento ha adquirido tal importancia para la actividad vitivinícola en el país que la experiencia que se crea alrededor de su historia se ha transformado con el tiempo en un atractivo turístico por sí mismo.
Particularmente, el terruño cafayateño, con altitudes que oscilan entre los 1.700 y 3.000 metros sobre el nivel del mar, posee viñedos que se encuentran entre los más altos del mundo. Esto equivale a que los vinos salteños sean más intensos en aromas, en color y en personalidad: tintos y blancos expresivos y muy diferentes a los que se elaboran en los demás terruños del país.