Luego de pasear por la Costa Azul y deleitarme la vista con los espectaculares paisajes que se podían observar desde la ruta, el próximo destino elegido fue Mónaco, el estado más pequeño del mundo.
Es una ciudad-estado soberana que se encuentra entre el Mar Mediterráneo y los a los pies del Sur de los Alpes, en la Riviera francesa. Este Principado llamó mi atención tanto por su glamour como por su lujo.
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Si bien es un lugar muy pequeño y bastan algunas pocas horas para recorrer los principales atractivos, en mi caso, esas pocas horas no me alcanzaron, porque la majestuosidad de Mónaco te cautiva y contar con poco tiempo para pasear en sus calles, resulta escaso.
Mi primera visita fue al Palacio Real. A las 11:55 horas de cada día se realiza la ceremonia del cambio de guardia. Es la residencia oficial del príncipe de Mónaco –a quien vi pasar en su auto y los guardias montaron un gran despliegue por su llegada-, la construcción se realizó en 1191 y a partir del siglo XIII, es el hogar de los Grimaldi. Hay visitas guiadas para recorrerlo.
Luego, me dirigí hacia la Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción. Es un templo católico consagrado en 1875, también es conocida como Catedral de San Nicolás. Es el principal edificio religioso de Mónaco y es famosa porque allí se encuentran los restos de Rainiero y Grace de Mónaco, como otros miembros de la familia Grimaldi.
El tercer punto turístico y el que más me cautivó, fue el peñón, más conocido como La Roca. En la base se puede ver el puerto deportivo o Port Hercule, con los yates y cruceros más lujosos que te puedas imaginar. Una vista imperdible.
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Lo curioso también es que Montecarlo se encuentra pasando una calle solamente. Allí se encuentra la estatua en homenaje al gran automovilista argentino, Juan Manuel Fangio. Un orgullo para todos los argentinos que estábamos visitando ese sitio como para el resto de los turistas que se acercaban a tomar fotografías.
Para finalizar el recorrido, les aconsejo que paseen por el distrito de La Condamine, es la zona comercial por excelencia. Se encuentra ubicado a escasos metros del Puerto de Mónaco.
Bastaron unas horas en Mónaco para imaginarse una vida de lujo, el clima de tranquilidad que hay en este Principado es inigualable y cautivador como así también adentrarse en su estilo aristocrático, al menos por unas horas.
