Todos nos acordamos de Liz Gilbert, la inocente y expectante protagonista en la emblemática película interpretada por Julia Roberts: una mujer que tenía todo lo que ella quería en la vida -o al menos todo aquello que se supone debía querer-. Una casa, un marido y una carrera exitosa, y un largo checklist de ítems satisfechos. O al menos eso creería durante mucho tiempo.
Sin embargo, un día descubre que ya no quiere más esa vida, por lo que decide poner fin a su matrimonio y emprender un viaje de autodescubrimiento que la lleva a Italia, destino predilecto de la gastronomía europea, y a la India e Indonesia, ambos conocidos por su misticismo. En el mientras tanto, un concepto como “attraversiamo” define su rumbo. El de ella y el que ha servido de inspiración a miles y miles de personas que, tras ver la película, se embarcarían en la búsqueda de una experiencia similar.
Restando un par de kilómetros -y evitando nada más y nada menos que un océano-, en Sudamérica habita un territorio singular aunque no por eso menos influenciado por años y años de cultura: Perú es un destino que goza de un gran posicionamiento en lo que a gastronomía respecta. Con un merecido reconocimiento, en los últimos World Travel Awards fue distinguido como destino gastronómico líder de la región. Si Liz necesitaba dejar de comer ensalada para desafiar a su paladar, este podría haber sido también un buen rincón.
Fusionando varios aspectos culturales privilegiados, Perú es, también, un destino en el que la fe se pone de manifiesto. Quien no haya pensado en Machu Picchu como desafío, horizonte o símbolo de resurrección, que tire la primera piedra. En mi caso, es el lugar al que mentalmente recurrimos con amigas cuando sentimos que el sentido de la ubicación se nos va a la banquina.
Mucho de la conservación y respeto por la cultura incaica invita a rendir culto a tradiciones y prácticas religiosas, cualquiera que sea el destino de Perú del cual se trate. En el caso de Cusco, es común remontarse a años pasados con solo pisar antiguos monasterios. De una u otra manera, el turismo ha ayudado a que viajeros y turistas puedan involucrarse en estos espacios a partir de experiencias deslumbrantes. JW Marriott El Convento Cusco es un ejemplo de ello.
Convertido en un cautivante hotel ubicado en un convento de piedra del siglo XVI, es posible dormir en el interior de un antiguo monasterio y en el mismo sitio donde conviven también restos de antiguas ruinas incas. Por primera vez, la reseña histórica sobre el lugar logra cautivar exponencialmente a los huéspedes justo por encima de las comodidades ofrecidas. Aunque, a decir verdad, afortunadamente estas no se quedan atrás, impulsando así a que JW Marriott El Convento sea destacado como uno de los mejores hoteles de Sudamérica.
Con muchos años de tradición y herencia cultural como atractivos, Perú es un destino imperdible para quienes quieran emprender un viaje de autodescubrimiento, al estilo Liz Gilbert sí, pero con el toque latino que también permite explorar el origen de las civilizaciones que convivieron en nuestras mismas tierras.
Un curioso hotel sobre los cimientos de un convento
JW Marriott El Convento Cusco está ubicado a tan solo unas 3 cuadras del Centro Histórico de la ciudad de Cusco. Su propuesta arquitectónica y cultural destaca entre casi toda la oferta hotelera presente en la zona gracias a su levantamiento sobre las bases y cimientos del antiguo Convento Colonial de San Agustín, cuyo origen se remonta al Siglo XVI.
Según han sabido explicar desde el encantador hotel, el Convento San Agustín fue una estructura religiosa construida por la Orden de San Agustín que se ubicó en el centro histórico del Cusco. Fue ocupado por ellos hasta su expulsión de Perú en el año 1826. Dato curioso: actualmente es posible apreciar la influencia de su historia a partir de pinturas que representan la vida de San Agustín y que hoy en día están situadas en el tercer nivel del hotel.
Desde aquel entonces la propiedad se ha visto víctima de un progresivo deterioro y no fue hasta muchos años después, precisamente en el 2006, cuando se dio comienzo a un proceso de restauración de la mano de la cadena hotelera Marriott International para dar uso a las instalaciones bajo el concepto de un nuevo hotel JW Marriott El Convento Cusco.
Con un servicio de categoría de 5 estrellas, el hotel dispone de unas 146 habitaciones, 7 suites y una gran oferta turística-cultural para sus huéspedes en relación con el destino en cuestión.
Curiosamente y como signo de transformación entre lo que inicialmente se buscaba realizar en el hotel y lo que finalmente se concretó, es importante destacar que el proyecto original del hotel pretendía construir unas 200 habitaciones en total.
¿Qué ocurrió que cambió el plan? Durante la restauración encontraron vestigios incas y preincas de gran importancia, por lo que solo construyeron unas 153 habitaciones que están ubicadas en cuatro niveles a partir del patio y otros dos niveles subterráneos. Por su parte, esos restos arqueológicos han pasado a ser exhibidos como un atractivo de gran importancia histórica y cultural: se ha colocado vidrio alrededor de las piezas y hoy en día es una más de las atracciones que se ofrecen.
Una oferta inédita para los huéspedes
Como decíamos antes, la ubicación es inmejorable: JW Marriott El Convento Cusco se encuentra a pocos metros de la Plaza de Armas, la Catedral del Cusco, la Iglesia de la Compañía de Jesús, el Barrio de San Blas y el Museo Qoricancha. Aunque, a decir verdad, una experiencia imperdible aguarda por los viajeros puertas adentro de la propiedad.
El ingreso de una luz tenue en el edificio a cada momento del día regala una atmósfera sumamente única en la construcción que, además de formar parte de una Zona Monumental del Cusco identificada como Monumento Histórico del Perú y ser declarada Patrimonio Cultural por el Gobierno peruano, se goza de una fusión inédita de restos arqueológicos que corresponden tanto a los periodos preincaico, inca y colonial, como a los estilos republicano y contemporáneo.
Cada momento de creación y conservación, etapas de deterioro y su posterior restauración dotan al hotel de un carácter único e imperdible. Como si fuera poco, con la remodelación se han añadido detalles de lujo y objetos decorativos que ofrecen una estética sumamente enriquecedora, como una imponente obra de arte formada por 76.500 piezas de cristales Swarovski que fueron traídos especialmente de Austria. La figura creada representa el Sol, la principal deidad del Imperio inca. El resplandor dorado que emite da la bienvenida a lo que se augura como una estadía feliz en plena ciudad de los Andes peruanos.
Sus habitaciones
Si los espacios comunes en el hotel resultan tan encantadores con diferentes elementos de decoración y utensilios de la época, es importante reconocer que las habitaciones no desentonan: algunas ventanas miran hacia las paredes de las ruinas incas, otras permiten apreciar una vista casi panorámica de los cerros.
Durante el cierre obligado que JW Marriott El Convento debió hacer durante la pandemia, la gestión del hotel pudo dedicar un tiempo más que suficiente a remodelar cada una de las habitaciones: la actualización de cada espacio comprendió un refresh en cuanto a diseño y concepto de lujo. En ese proceso, se incorporaron detalles decorativos que contemplaran la presencia de arte andino, expresiones que hicieran referencia a la cultura inca a través de elementos como el bronce, el mármol, muebles nuevos, entre otras modificaciones.
En lo que respecta a equipamiento, las habitaciones y suites sofisticadas cuentan con Wi-Fi, pantalla plana y bañera con hidromasaje: todas también ofrecen minibar, agua mineral y caja fuerte. Algunas de las habitaciones y suites mejoradas además tienen balcón con vista al patio principal. En cuanto a la prestación de servicios, un plus es que el hotel ofrece atención a la habitación las 24 horas, todos los días.
Restaurante Qespi
Situado puertas adentro del hotel JW Marriott El Convento Cusco, el restaurante interno es considerado como uno de los mejores restaurantes de Cusco. Allí, los huéspedes pueden disfrutar de un ambiente elegante e ingredientes frescos: en su mayoría recurren a insumos y productos que crecen en tierras andinas para ofrecer a los comensales una experiencia completa sobre la gastronomía ancestral.
Piscina & Spa
Se trata de un exclusivo ambiente con más de 300 m2, ideal para revitalizarse con variedad de terapias y tratamientos utilizando elementos milenarios. Además, se cuenta con una piscina temperada, sauna seco y al vapor, tres duchas de hidromasajes, cromoterapia y jacuzzi.
Su inédita propuesta de entretenimiento
En las primeras horas del día, la planta baja del hotel se luce entre diversidad de colores y aromas con uno de los desayunos buffet más impresionantes que un huésped pueda haber conocido: estación de huevos y todos platos derivados, estación de frutas, estación de fiambres, estación de pastelería y bollería, y todo lo que alguien pueda imaginar y/o pretender.
Luego, además, la riqueza de la cultura local está a la orden del día con una variedad de actividades para que el huésped se encuentre con una de las mejores estancias hoteleras que puede haber experimentado e incorpore, en paralelo, varias prácticas y hábitos de la vida cotidiana en Cusco.
Desde un tour con un chef del staff del restaurante, un show cooking en vivo sobre uno de los platos típicos de la gastronomía peruana, hasta un taller de pisco o un recorrido guiado por los orígenes del hotel, JW Marriott El Convento ha sabido como aprovechar al máximo cada atractivo local que hace de su existencia una vivencia 100% única en la ciudad. Y, aunque parezca difícil de creer, todo eso se encuentra disponible por el mismo precio de la reserva. ¡Una delicia!