En un rincón de Oporto, en la Rua das Carmelitas, se alza una joya literaria que desafía la magia de Harry Potter. La Librería Lello, construida en 1906 como un templo dedicado a las artes, ha transcendido su propósito original para convertirse en una maravilla arquitectónica que ha cautivado al mundo.
El 13 de enero de 1906, Aurélio Paz dos Reis, empresario, masón y republicano, capturó con su cámara fotográfica los primeros momentos de la inauguración de esta librería única. Sus fotografías, ahora parte del Centro Portugués de Fotografía, revelan el esplendor y la majestuosidad de la Librería Lello desde sus inicios.
Más de un siglo después, las imágenes de la librería, aclamada como la más hermosa del mundo por el escritor Enrique Vila-Matas, inundan las redes sociales. Desde la colorida fachada neo-gótica hasta la monumental escalinata roja, cada detalle de este templo literario parece destinado al estrellato mediático.
El ingeniero Xavier Esteves, encargado del proyecto, dejó constancia de las dificultades superadas para cumplir el deseo de los fundadores de convertir la librería en un «auténtico Templo a las Artes». El resultado es un edificio imprescindible en Oporto y un testimonio del estilo Art Nouveau.
Al ingresar a la librería, los visitantes son recibidos por una experiencia que roza lo sagrado. La escalinata en espiral, la suave luz de los vitrales del techo diseñados por Samuel Van Krieken y los elementos arquitectónicos que rinden homenaje a la literatura crean un ambiente único. Hasta una pequeña vía de ferrocarril, que solía transportar libros desde el sótano hasta la planta baja, se exhibe como un relicario histórico.
Contrario a la creencia popular, la Librería Lello no inspiró a J.K. Rowling para crear Hogwarts, como confirmó la autora en 2020, disipando así el mito. En 2012, la librería recibió el estatus de Monumento de Interés Público, destacando su papel como símbolo de Oporto y su arquitectura ecléctica sin igual en Portugal.
La Librería Lello, una obra maestra literaria y arquitectónica, sigue siendo un santuario de las artes editoriales, deslumbrando a visitantes y desafiando la necesidad de depender del encanto de Harry Potter para ser reconocida como la más bella del mundo.