El nadador suizo Noam Yaron, de 28 años, estuvo a punto de alcanzar una de las gestas más exigentes de la natación en aguas abiertas: unir Calvi (Córcega) con Mónaco tras recorrer cerca de 180 kilómetros sin detenerse. Pero, después de más de 102 horas dentro del mar y con la meta prácticamente a la vista, su cuerpo no resistió. Fue retirado del agua en estado de agotamiento extremo y trasladado a un hospital, donde permanece bajo observación.
La travesía comenzó el martes 12 de agosto en el puerto de Calvi. Su objetivo era doble: establecer un récord mundial en aguas abiertas y, al mismo tiempo, visibilizar la contaminación que afecta al mar Mediterráneo. Durante cinco días y cuatro noches, nadó acompañado por un catamarán en el que viajaban médicos, asistentes y su equipo logístico.
El desafío puso a prueba los límites humanos. El frío, la fatiga, las quemaduras en la piel por la sal y la falta de sueño fueron debilitándolo poco a poco. Según sus acompañantes, en la cuarta noche comenzó a sufrir alucinaciones y pérdida de concentración. El momento más crítico llegó cuando ya podía divisarse la costa de Mónaco: Yaron estaba desorientado y dejó de comprender que debía seguir nadando. Ante el riesgo de colapso, el equipo decidió detener la prueba.
A pesar de la frustración de haber quedado a apenas dos kilómetros de la meta, el suizo considera la experiencia como un triunfo personal y ambiental. Con más de 460.000 seguidores en redes sociales, utiliza sus retos para concientizar sobre la necesidad de proteger los océanos. No en vano, su ruta atravesó el santuario de Pelagos, un área protegida del Mediterráneo reconocida por su biodiversidad.
Yaron no es ajeno a los desafíos extremos. En 2021 cruzó a nado los 80 kilómetros del lago Lemán; en 2022 recorrió 188 kilómetros en once días atravesando los cinco lagos más grandes de Suiza; y en 2023 completó un triatlón de 750 kilómetros que cruzó su país natal de este a oeste. El intento de unir Calvi con Mónaco ya había tenido un primer capítulo en 2024, cuando el clima lo obligó a abandonar después de 48 horas.
Ahora, su equipo espera que la World Open Water Swimming Federation valide oficialmente la proeza, que podría quedar registrada como una de las travesías más largas y exigentes jamás realizadas en mar abierto.
