Entre Río de Janeiro y São Paulo se encuentra un destino que parece salido de un sueño: Paraty, un pequeño pueblo brasileño que combina historia, arquitectura colonial y más de 50 playas paradisíacas rodeadas de naturaleza.
Ubicada a 250 kilómetros de Río de Janeiro, Paraty enamora con su centro histórico de calles empedradas, casas coloridas y balcones decorados, declarado Patrimonio Histórico Nacional por su excelente conservación. Sus calles se inundan en ciertas épocas, lo que le dio el apodo de la “Venecia brasileña”.
Además de su encanto urbano, el verdadero tesoro de Paraty está en sus playas de aguas cristalinas y arena blanca, muchas de ellas accesibles únicamente en barco o lancha privada, lo que garantiza tranquilidad y paisajes únicos lejos del turismo masivo.
Entre las más destacadas se encuentran:
- Praia do Sono: famosa por su arena blanca y ambiente relajado.
- Praia de Lula: pequeña y escondida, perfecta para la privacidad.
- Praia da Ponta Negra: popular entre familias y con buenos servicios.
- Praia de Antigos: rodeada de vegetación, ideal para disfrutar de naturaleza virgen.
- Praia do Cachadaço: perfecta para hacer snorkel y explorar paisajes paradisíacos.
- Praia do Jabaquara: con aguas calmas y transparentes, ideal para nadar.
El acceso a Paraty puede hacerse en auto o autobús desde Río o São Paulo, en un viaje de 4 a 5 horas, o incluso en barco desde localidades costeras cercanas. Una vez allí, lo mejor es recorrer el centro a pie o en bicicleta, y contratar traslados en lancha para llegar a las playas más alejadas.
Con temperaturas cálidas durante todo el año, Paraty es un destino ideal en cualquier temporada, aunque la primavera y el otoño ofrecen el clima más agradable. Para hospedarse, las pousadas del centro histórico son perfectas para vivir la magia colonial, mientras que en Jabaquara se disfruta de la tranquilidad junto al mar.
Paraty es un rincón hipnótico, pintoresco y lleno de vida, perfecto para quienes buscan un viaje que combine cultura, historia y naturaleza en un solo lugar.
