El turismo en Brasil alcanzó un hito sin precedentes: entre enero y septiembre de 2025, el país recibió más de siete millones de visitantes internacionales, superando su propio récord anual anterior de 6,7 millones, logrado en 2024. Lo destacable es que esta vez lo consiguió tres meses antes de que termine el año, consolidando un crecimiento sostenido en la llegada de viajeros.
De acuerdo con cifras oficiales, septiembre aportó 570.000 visitantes, un 28% más que en el mismo mes del año pasado. Con este impulso, Brasil refuerza su imagen como destino atractivo en el escenario global, impulsado por su diversidad cultural, natural y gastronómica.
Argentina, el principal emisor de turistas
El ministro de Turismo, Celso Sabino, celebró el récord y lo atribuyó a “la confianza del mundo en Brasil”. Según los datos, Argentina encabeza la lista de países de origen con 2,7 millones de turistas, seguida por Chile y Estados Unidos, ambos con más de medio millón de visitantes. Desde Europa, los mayores aportes llegaron de Portugal, Francia y Alemania, que en conjunto sumaron 537.000 viajeros.
Una potencia en construcción
Aunque los números marcan un logro histórico para Brasil, aún están lejos de los niveles de países como México, que en 2024 recibió 45 millones de turistas internacionales según la ONU. Sin embargo, el récord brasileño refleja una tendencia clara: el país comienza a posicionarse con más fuerza en el mapa turístico de la región y del mundo.
Entre turismo y economía
El auge turístico contrasta con un escenario económico complejo. En los últimos meses, las exportaciones brasileñas a Estados Unidos cayeron un 18,5%, debido a los nuevos aranceles del 50% impuestos por el gobierno de Donald Trump a gran parte de los productos brasileños. Según datos del Ministerio de Industria y Comercio, en agosto y septiembre Brasil exportó 5.400 millones de dólares al mercado estadounidense, frente a los 6.622 millones del mismo período en 2024.
En este contexto de tensiones comerciales, el turismo internacional aparece como una carta clave para la economía brasileña, al inyectar divisas frescas y reforzar la proyección del país como destino global.
