La inauguración del Gran Museo Egipcio (GEM) en Giza, un imponente proyecto que tardó más de veinte años y costó más de 1.000 millones de dólares, ha reavivado el debate mundial sobre la restitución de piezas emblemáticas del patrimonio egipcio. En el centro del reclamo se encuentran tres tesoros históricos: la piedra de Rosetta (Museo Británico), el Zodiaco de Dendera (Louvre) y el busto de Nefertiti (Museo Neues de Berlín).
El reconocido egiptólogo y exministro de Turismo y Antigüedades, Zahi Hawass, lidera las demandas. En diálogo con la BBC, fue categórico:
“Quiero dos cosas: primero, que los museos dejen de comprar artefactos robados; y segundo, que tres objetos regresen: la piedra de Rosetta, el Zodiaco y el busto de Nefertiti”.
Su postura es respaldada por expertos como Monica Hanna, cofundadora en 2022 de una campaña internacional para la devolución de la piedra de Rosetta. Para Hanna, la apertura del GEM ofrece “la oportunidad histórica para que Egipto formalice sus reclamos y recupere lo que fue saqueado durante la época colonial”.
Descubierta en 1799 por tropas francesas durante las guerras napoleónicas, la piedra de Rosetta fue entregada a los británicos tras la rendición francesa en 1801. Desde entonces, se conserva en el Museo Británico, pese a ser un símbolo esencial del desciframiento de los jeroglíficos gracias a sus inscripciones en tres lenguas: jeroglífico, demótico y griego antiguo.
El Museo Británico, sin embargo, señaló que no ha recibido ninguna solicitud formal del gobierno egipcio. En un comunicado, aseguró mantener una “relación duradera y colaborativa” con el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto y recordó que su legislación interna (British Museum Act de 1963) impide devolver de forma permanente los objetos de su colección, salvo en circunstancias excepcionales.
Además, el museo defendió que existen 29 decretos oficiales del periodo ptolemaico con inscripciones similares a las de la piedra de Rosetta, de los cuales 22 permanecen en Egipto, incluido el célebre Decreto de Canopo, exhibido en El Cairo.
Mientras tanto, la reina Nefertiti y su icónico busto, así como el Zodiaco de Dendera, continúan en Europa, como vestigios de un pasado colonial que Egipto intenta revertir.
La apertura del Gran Museo Egipcio, situado junto a las pirámides de Giza y considerado el museo arqueológico más grande del mundo, busca no solo revitalizar el turismo sino también reivindicar el legado cultural del país. Con más de 50.000 artefactos que abarcan cinco milenios de historia, incluida la colección completa de la tumba de Tutankamón, Egipto espera que esta nueva joya cultural marque el comienzo de una era de restitución y orgullo nacional.

