Un nuevo estudio encendió las alarmas globales: científicos encontraron un fenómeno oculto bajo el agua que estaría acelerando el deshielo en la Antártida y poniendo en jaque las proyecciones sobre el aumento del nivel del mar. La investigación, publicada en Nature Geoscience, revela que bajo las plataformas de hielo se forman tormentas suboceánicas capaces de triplicar la velocidad del derretimiento en cuestión de horas.
El hallazgo se centró en los glaciares Thwaites y Pine Island, dos gigantes que ya representan más de un tercio de la pérdida total de hielo del continente blanco. Con imágenes de altísima resolución y modelos numéricos avanzados, los expertos identificaron patrones de circulación de entre uno y diez kilómetros que funcionan como verdaderos “remolinos calientes” capaces de infiltrarse bajo el hielo flotante.

Estas tormentas ocultas transportan agua cálida desde el océano abierto hacia las cavidades subglaciales, derritiendo el hielo desde abajo y generando un ciclo de retroalimentación cada vez más agresivo: el deshielo forma frentes inestables, esos frentes intensifican las tormentas, y las tormentas vuelven a acelerar el deshielo. Un mecanismo que, según los investigadores, permanece activo todo el año.
En cifras, estos procesos explican cerca del 20% de la variabilidad total del deshielo submarino, pero durante eventos extremos el derretimiento puede multiplicarse por tres en apenas unas horas. Registros de campo confirmaron picos repentinos de temperatura y salinidad en las profundidades que coinciden con estos episodios.
El riesgo es enorme: el colapso de la capa de hielo de la Antártida Occidental podría elevar el nivel del mar hasta tres metros, afectando a millones de personas en zonas costeras. Y el panorama podría empeorar: el cambio climático está generando aguas más cálidas y menos cobertura de hielo marino, condiciones que favorecen la aparición de más tormentas suboceánicas.

Los expertos ahora piden actualizar los modelos climáticos, que no lograban representar procesos tan pequeños y tan rápidos. También reclaman nuevas herramientas, como robots oceánicos, capaces de estudiar estos fenómenos casi invisibles.
Porque si algo dejó claro este estudio es que, bajo el hielo antártico, está ocurriendo mucho más de lo que imaginábamos. Y gran parte de ese movimiento no lo vemos… hasta que es demasiado tarde.
