Acostumbrado a la cultura y forma de vivir europeas, cuando llegué a Marruecos me sorprendieron muchas cosas, algunas para bien y otras para mal. Cuanto menos, viajar a Marruecos es una experiencia distinta. Significa salir de la zona de confort y descubrir un lugar que, aún teniendo toques occidentales, te hace sentir un completo extranjero en tierra desconocida.
A pesar de que el primer contacto puede tener un sabor agridulce, Marruecos es un país alucinante. Sólo tienes que ir preparado y saber qué puedes encontrarte y cómo reaccionar ante ello. Con el fin de ahorrarte situaciones que yo viví al viajar al país, te escribo estas 3 cosas que debes saber antes de ir. Así, irás prevenido y te podrás centrar en disfrutar de la exótica experiencia. No te alarmes.
1. Te van a estafar
Sí, por mucho que lo intentes evitar, lo harán. Son expertos en el arte de la estafa a pequeña escala. Nunca desaprovechan la oportunidad de cobrarte de más. Sólo estuve en Marruecos tres días y en ese tiempo me estafaron, o al menos lo intentaron, más de 10 veces.
La primera nos la dieron en la frente. Recién llegados, cambiamos euros a dirhams en el aeropuerto, porque en España nos fue imposible cambiar a tiempo (lo hicimos muy tarde). No conocíamos los billetes ni las monedas y cometimos el error de no contarlos. Cuando lo hicimos, ya era tarde, nos habían dado bastante menos de lo que nos correspondía.
Salimos del aeropuerto, aún sin ser conscientes del engaño y fuimos a montarnos en un taxi. Según habíamos leído en internet, no deberíamos pagar más de 150 dirhams por el trayecto al centro de Tánger. Éramos cuatro españoles que nos habíamos conocido en el avión y nos vieron cara de novatos. Nos pidieron 250 dirhams por “tarifa nocturna”, que conseguimos dejar en 200. Cuando llegamos al hotel nos dijeron que era un precio más que excesivo para el trayecto.
Cuando contamos el dinero y fuimos conscientes de los dos engaños, nos pusimos alerta. Al día siguiente queríamos ir a Chefchaouen y teníamos que averiguar la manera de llegar. Conseguimos llegar a la estación de autobús sin GPS (allí no teníamos datos móviles) y compramos los tickets. Valían 35 dirhams cada uno (3,20€), lo cual nos parecía una ganga al ser un trayecto de dos horas y media.
Sólo éramos dos ese día, así que pagamos con un billete de 200 dirhams y, cuál fue mi sorpresa al ver que el vendedor me devolvía 30 dirhams y se daba la vuelta para marcharse. Lo detuve a tiempo y le dije: faltan 100. “Perdona, amigo”, me respondió mientras me daba los 100 restantes.
Con los tickets en la mano, intentamos subir al bus pero el conductor nos paró. “Maleta no”, dijo refiriéndose a las mochilas que llevábamos a la espalda. “¿Cómo?”, creo recordar que le respondimos. “10 dirham cada una”, nos contestó. Tampoco fuimos conscientes de la estafa hasta que desde la ventanilla del autobús vimos que ninguno de los locales pagaba por dejar su maleta en bodega.
Otra de las tácticas que observamos era la siguiente. Algunas de las veces que cenamos varios viajeros en la calle nos hicieron esperar bastante para la cuenta. Eso nos hizo levantarnos e irnos a caja con la intención de pagar rápido e irnos. ¡Cuidado! Es ahí cuando te dan la cuenta rápido y tú pagas sin mirar. ¡Nunca! Revísala porque todas las veces que lo hicimos había un sobrecoste.
2. Todo es regateable
En mi país, España, regatear es algo extraño. Es por eso que, cuando llegamos a Marruecos no estábamos acostumbrados a ello. Está claro que si pagas el precio que te dicen de primeras estarán encantados, pero siempre son precios inflados con cierto margen para el regateo.
Al principio nos costó, pero en cuanto pillamos vicio era muy divertido y conseguimos verdaderas gangas. Entre otros, compré una chilaba típica marroquí por 11€ cuando estaba a 20 originalmente. A veces, sí que pagaba el precio sin rechistar, como por ejemplo cuando compré el parche con la bandera del país. Me pedían solo 1€ cuando he llegado a pagar hasta 5 por algunos de los que llevo de otros países. Y hablo de euros porque frecuentemente te dejan pagar en esta moneda, y nosotros andábamos escasos de dirhams…
Y como no podía ser de otra manera, gastamos nuestros últimos dirhams en el aeropuerto (donde nos estafaron la primera vez), regateando en la cafetería por un par de tés ya que no teníamos suficiente. Y es que el té de Marruecos (con hierbabuena) está buenísimo.
3. Nada es gratis en Marruecos
Esta es una de las cosas que aprendes pagando. En Marruecos frecuentemente te ofrecen ayuda si te ven desorientado, te ofrecen guiarte a restaurantes o te empiezan a hacer de guía turístico sin que se lo pidas. A nosotros nos advirtieron unos españoles que ya habían pasado por esto.
Al verlos parados frente a un edificio, un marroquí les explicó dónde estaban, alguna curiosidad sobre el edificio y comenzó a guiarlos por la ciudad sin preguntarles. Una o dos horas más tarde, el guía se despidió y los españoles procedieron a darle una propina (típico en el país). Le ofrecieron 50 dirhams y el dijo “no, son 100”.
A veces no actúan de esa manera sino que te ofrecen una una ruta guiada directamente. Mi consejo es que, si queréis realizar este tipo de actividades, acordéis un precio antes y habléis de lo que incluye.
Es cierto que un buen guía puede ahorrarte dinero luego, ya que evitará que te estafen al contratar otras actividades y te sentirás más seguro, solo tienes que tener cuidado y llegar a un acuerdo previamente.
4. Como extra, me remito a las típicas recomendaciones básicas:
- Bebe agua siempre embotellada: he llegado a leer que debes evitar lavarte los dientes con agua del grifo y comer verduras sin cocinar (son lavadas con este agua sin hervir). Nosotros no seguimos estas últimas premisas y, a pesar de que bebíamos agua embotellada, sí que consumimos mucho té (al estar hervido pensamos que no pasaría nada). Y así fue, no notamos nada raro en el estómago.
- Cuidado con tus pertenencias: mi percepción es que Marruecos no es un país en el que te vayan a atracar por la calle, pero no dejaría mis pertenencias descuidadas ni objetos de valor en lugares como la bodega del autobús.
- Fíate de tu intuición y usa el sentido común: si un restaurante no te parece limpio o no te da buena espina, no comas allí. Si es de noche y vas caminando por calles oscuras, no te pongas a hacerte selfies con tu nuevo iPhone X.
Yo estuve en Marruecos tres días y os aseguro que ha sido de las experiencias más intensas de viajes que he vivido en los últimos años. He conocido gran parte de Europa y, a pesar de la cercanía geográfica, viajar a Marruecos es asimilar información nueva cada pocos minutos.
Se trata de una cultura y una forma de vivir muy distintas y a la que puede costar adaptarse, pero, por encima de todo, recomiendo una y mil veces a todo viajero visitar el país. Yo estoy seguro de que volveré porque hay algo en el desierto del Sahara que me llama a gritos…