Mientras miles de turistas gastan grandes sumas de dinero para pasar tiempo en la costa y disfrutar del mar de Río de Janeiro, Marcio Matolias hace 22 años que vive en la paradisíaca playa de Barra da Tijuca y no paga ni un centavo de renta.
Más conocido como ‘el rey de la playa‘, este hombre es un escultor aficionado que se gana la vida posando junto a los visitantes en su majestuoso castillo, creado con sus propias manos.
Marcio Mizael Matolias, de 44 años, ha vivido en su castillo de arena rodeado de libros, palos de golf y cañas de pescar durante los últimos 22 años.
El rey vive solo en su castillo de arena y hasta tiene espacio suficiente para disfrutar de su pasión por los libros y el golf en la playa. Lo cierto es que su casa es tan atractiva que los turistas no dudan en acercarse para sacarse fotos con él.
El castillo cuenta con apenas 3 metros cuadrados:espacio más que suficiente para todos sus tesoros: decenas de libros, palos de golf y sus útiles de pesca.
El único inconveniente que encuentra Marcio es el sofocante calor: «La arena retiene todo el calor, así que a veces por la noche no puedo dormir aquí, voy a pasar la noche en la casa de un amigo», asegura.
¿Y cómo se gana la vida? Con las monedas que la gente que se acerca a ver su castillo deja en una caja.
«Yo crecí en la Bahía de Guanabara. Siempre he vivido en la playa. Y mientras la gente paga rentas exorbitantes para vivir frente al mar, yo no tengo ninguna cuenta que pagar y aquí tengo una buena vida», contó el hombre.
Esta isla de Filipinas prohibió hacer castillos de arena y la pena puede incluir la cárcel
Esta paradisíaca isla permaneció 6 meses cerrada al turismo debido al exceso de contaminación producido básicamente por la falta de control de la actividad y de sus visitantes. Ya han pasado tres meses desde que reabrió al mundo y la policía está haciendo todo lo posible para asegurarse de que Boracay no caiga nuevamente en los mismos errores que la llevaron a permanecer cerrada.
Conocida como una de las mejores islas del mundo, Boracay se había convertido en víctima de su propio éxito cuando el presidente Rodrigo Duterte calificó el ” paraíso de las playas ” como un “pozo negro”.