Indignante: al menos 537 buitres, cuya especie está en peligro de extinción, y dos águilas fueron envenenados en el norte de Botswana, al sur de África, por cazadores furtivos y traficantes de marfil, según anunció el gobierno de este país la semana pasada.
Lo cierto es que estos animales se alimentan de la carroña y se alimentaron de los cuerpos de tres elefantes que, luego de ser asesinados por su marfil, fueron rociados con veneno.
Según la declaración del gobierno, entre los muertos hay 468 buitres de espalda blanca, 28 buitres encapuchados, 17 buitres de cabeza blanca, 14 buitres con cara de lepet y 10 buitres del cabo.
La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza afirmó que todas estas especies están en peligro de extinción o en peligro crítico.
Tal como explicó la Fundación Africana para la Vida Salve a la CNN, las aves carroñeras han supuesto un problema constante para los cazadores furtivos, ya que «al acudir a alimentarse de los cadáveres de animales, están señalando los lugares en los que operan estos cazadores». Por eso, son particularmente vulnerables al envenenamiento.
Al mismo tiempo que estos buitres son una molestia para los furtivos, resultan vitales para que el ecosistema funcione correctamente: al alimentarse de cadáveres de animales en descomposición, los buitres juegan un papel fundamental para que el medio ambiente se mantenga limpio y, al mismo tiempo, se minimicen las posibilidades de que las enfermedades contagiosas puedan propagarse.
Las autoridades han calificado el envenenamiento como un acto «peligroso y perjudicial para el medio ambiente«.