El pasado domingo 12 de enero, la ciudad capital de Manila, en Filipinas, amaneció en estado de alerta ante la explícita reacción de erupción del Volcán Taal, un volcán activo situado en la costa oeste de la isla de Luzón, a sólo unos 66 kilómetros de la ciudad.
Durante esas primeras veinticuatro horas, las autoridades oficiales del Instituto de Vulcanología y Sismología de Filipinas ascendieron de manera abrupta el alerta de actividad de nivel 1 al nivel 4 -considerando una escala máxima hasta el nivel 5-. En efecto, para tal escenario se registraron intensificaciones en la actividad en el cráter y la presencia de una columna de humo de un kilómetro de altura.
Ante la posibilidad de riesgo en la población a partir de la expulsión de ceniza y vapor provenientes del volcán, se ha decidido la evacuación de al menos 6.000 habitantes de las zonas aledañas.
No obstante, el panorama parece no mejorar con el paso de las horas: con la llegada del lunes se ha indicado desde el Instituto de Vulcanología y Sismología de Filipinas, el avistaje de “fuentes” de lava, por lo que el volcán ha comenzado a escupir lava y cenizas y prevén una inminente erupción “explosiva”.
Ante tal pronóstico, el número de personas refugiadas en centros de evacuación ha aumentado a 24.500. Instituciones como colegios de la región, oficinas gubernamentales y la Bolsa filipina han optado de manera precautoria por permanecer cerrados durante este lunes.
Además, como mencionábamos anteriormente, ante el temor de una erupción «explosiva» que podría ocurrir en las próximas horas o días, cientos de vuelos internacionales han sido cancelados en el aeropuerto internacional de Manila.
El Departamento de Salud de laregión ha recomendado a los ciudadanos no permanecer al aire libre y en caso de hacerlo, presentar gafas y mascarillas, aunque por el momento los mercados se encuentran desabastecidos de estos productos. También han recomendado no conducir, ya que la visibilidad se encuentra limitada y el suelo permanece resbaladizo por culpa de la ceniza.