Imaginaste bien, este hotel se encuentra en Alemania. Y es real.
Pero más allá del marketing que abrir un espacio temático proporciona, este particularmente tiene una historia interesante que va más allá de lo excéntrico de su propuesta.
Claus Böbel es la cuarta generación de vendedor de embutidos de su familia oriunda de Rittersbach y para honrar la profesión que lleva en la sangre decidió compartir su afición por las salchichas con el resto del mundo.
De esta manera fue que decidió abrir el primer y único hotel dedicado a la salchicha que existe en el mundo.. El «Bratwursthotel» fue construido en un pueblo a 40 minutos en auto al sur de la ciudad de Núremberg.
La salchicha sirvió de inspiración para la decoración del establecimiento, que integra el menú, pasando por el papel de las paredes, el jabón de ducha y las almohadas. Cada detalle está estudiado, desde el perchero que imita los cuchillos de los carniceros hasta las puertas de cristal de los baños donde hay un cerdo gigante dibujado.
Nombrado BB&BB, el hotel es la Meca para cualquier conocedor de salchichas: el restaurante solo sirve salchichas, incluso el helado es de carne, hay salchichas en la cama, incluso el techo de las habitaciones tienen pintados embutidos.
Pero la diversión no se detiene con las habitaciones extravagantes y el menú cargado de carne, hay muchas actividades para que los huéspedes disfruten durante su estadía en BB&BB.
Böbel también dirige una carnicería e invita a los huéspedes a participar en lecciones culinarias donde pueden aprender todo sobre cómo se hace la salchicha, realizar visitas guiadas a la carnicería y, obviamente, disfrutar de las sesiones de cata.
Como el cualquier otra parte del globo, muchos de los pequeños comercios provinciales luchan por sobrevivir ante la competencia de los grandes supermercados, con precios más bajos y descuentos. A esto, se añade un declive del consumo de carne en los últimos años, en un contexto de escándalos alimentarios sucesivos. La familia Böbel produce y vende salchichas en este rincón de Alemania desde el siglo XIX. Pero los germanos, que tienen fama de ser grandes consumidores de carne, cambiaron sus hábitos alimentarios y el consumo de ese producto cayó un 8% desde 1991.
«Quiero mostrar que las tiendas de los pequeños artesanos como la mía pueden sobrevivir cuando se tienen ideas inteligentes. Además, me gusta la vida en el campo y más que irme, quiero atraer a los clientes aquí, a Rittersbach»,
Además del hotel, el empresario cuenta con un servicio de «taxi de salchicha» en el que reparte especialidades por las estrechas calles de la localidad y hasta abrió una página web para vender sus productos en todo el mundo.