Lo que a simple vista podría parecer una conducta infantil o incluso absurda, es en realidad una tendencia creciente entre adultos jóvenes, especialmente en China, donde cada vez más personas están usando chupetes como una herramienta para combatir el estrés, la ansiedad e incluso el insomnio. Y aunque la moda puede parecer lejana, ya se consiguen fácilmente en Argentina a través de plataformas como Shein o Temu, por valores que rondan los 15 mil pesos.
En una sociedad tan competitiva como la china —donde las exigencias laborales, educativas y sociales generan una presión constante—, muchos jóvenes recurren a lo que sea para encontrar alivio. En ese contexto, los chupetes para adultos se han convertido en un recurso sorprendentemente popular y accesible. Se trata de versiones más grandes que los de bebés, pero con el mismo efecto calmante, al menos según quienes los utilizan.
Las tiendas en línea de China ofrecen una enorme variedad: hay modelos de colores, texturas y diseños personalizados, con decoraciones como plumas, flores, collares y cadenas. Los precios varían entre 2.000 y 66.000 pesos argentinos, dependiendo de la calidad del producto, y se estima que se venden por miles cada mes.
Los usuarios comparten sus experiencias en redes y tiendas online, asegurando que los chupetes los ayudan a relajarse, dormir mejor, dejar de fumar o incluso enfrentar días complicados en el trabajo. Uno de los comentarios más repetidos es la sensación de seguridad emocional que les provoca, una especie de consuelo que los conecta con la comodidad de la infancia.
Según psicólogos chinos, esta práctica puede explicarse por el llamado «fenómeno de regresión», un mecanismo psicológico en el que, frente al estrés extremo, las personas tienden a volver inconscientemente a etapas tempranas de su desarrollo, en busca de seguridad y contención.
Sin embargo, no todo es positivo. Expertos médicos alertan sobre los posibles riesgos dentales que implica el uso prolongado del chupete en adultos. El dentista Tang Caomin, de Chengdu, advirtió que “chupar un chupete más de tres horas por día puede modificar la posición de los dientes en un año”, un dato que los vendedores suelen omitir.
Mientras tanto, la moda sigue creciendo. Lo que comenzó como una rareza en Asia, hoy ya forma parte del catálogo de consumo emocional de una generación que busca alivio en los lugares más inesperados. ¿Tendencia pasajera o síntoma de una época que exige nuevas formas de contención? El tiempo (y la ansiedad colectiva) lo dirá.
