El 24 de mayo de 1987, el icónico Golden Gate de San Francisco vivió una de las jornadas más caóticas de su historia durante la celebración de su 50.º aniversario. Aunque los organizadores esperaban unas decenas de miles de personas, el evento atrajo a más de 800 000 visitantes, de los cuales alrededor de 300 000 caminaron sobre el puente al mismo tiempo.
La masiva afluencia provocó que la estructura se hundiera cerca de dos metros, aplanando temporalmente su característica curvatura central. La imagen resultó impactante para quienes presenciaron cómo la famosa silueta del puente parecía desaparecer bajo el peso de la multitud.
Pese al dramatismo del momento, no existió riesgo real de colapso. El puente había sido diseñado para soportar cargas mucho mayores, y los ingenieros confirmaron después que la estructura se mantuvo siempre dentro de los parámetros previstos.
Sin embargo, la experiencia para los asistentes fue todo menos tranquila. La enorme concentración de personas generó embotellamientos, situaciones de agobio y desorientación, familias separadas y horas de espera para poder salir de la zona. El suceso quedó registrado como una de las aglomeraciones humanas más grandes que haya soportado el Golden Gate en toda su historia.
Aunque el puente volvió a su forma normal tras la desconcentración, la jornada quedó marcada en la memoria colectiva como un evento histórico que demostró tanto la solidez de la obra de ingeniería como la magnitud de la devoción popular por este ícono de San Francisco.


