Un grupo de científicos que estaba realizando un relevamiento en la Antártida descubrieron, de forma accidental, animales que viven a una temperatura de -2° centígrados y debajo de un bloque de hielo a 900 metros de profundidad.
El descubrimiento fue realizado por el biógrafo Huw Griffiths, quien forma parte del British Antarctic Survey, el Relevamiento Antártico Británico o Prospección Antártica Británica, y se encontraba trabajando con sus colegas en la plataforma de hielo Filchner-Ronne, al sudeste del mar de Weddell.
El British Antarctic Survey, por su parte, es una institución nacional del Reino Unido que se dedica a la investigación de la Antártida, cuenta con más de 400 empleados y trabaja en varios proyectos de investigación en colaboración con universidades e instituciones de diferentes países.
Respecto al lugar en el que tuvo lugar el descubrimiento, hay que tener en cuenta que las plataformas de hielo constituyen más de 1.5 millones de kilómetros cuadrados de la Antártida continental. Allí, los científicos realizan su investigación y buscan los datos para el relevamiento haciendo perforaciones en los bloques de hielo.
Fue en ese lugar que Griffiths y su equipo se sorprendieron cuando encontraron vida a unos 914 metros debajo del hielo. Lo que encontraron fueron esponjas, y otros organismos que no lograron identificar, unidas a una roca debajo de la plataforma y viviendo a una temperatura de -2.2 grados Celsius, según informó Science Alert.
«Este descubrimiento es uno de esos accidentes fortuitos que empujan las ideas en una dirección diferente y nos muestra que la vida marina en la Antártida es increíblemente especial y sorprendentemente adaptada a un mundo helado«, declaró Huw Griffiths en el comunicado de prensa publicado por British Antarctic Survey.
Griffiths también explicó que, probablemente, el área debajo de las plataformas de hielo de la Antártida sea uno de los hábitats que menos se conocen en todo el planeta. «No pensamos que este tipo de vida animal, como esponjas, se encontrarían allí», agregó.
Este nuevo descubrimiento abre un nuevo camino para la investigación de la vida en la Antártida y, para poder estudiarlas, es necesario hacerlo en su propio hábitat. Es por eso que, según declaró Griffiths, los científicos tendrán que encontrar «formas nuevas e innovadoras para estudiarlas y responder todas las nuevas preguntas que tenemos».
