Así fue el conmovedor rescate de un buceador a 125 metros de profundidad

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Redactora
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El hombre practicaba un tipo de buceo llamada apnea, en la que no se usan tanques de oxígeno, sino que se suspende la respiración

El apneísta Miguel Lozano, subcampeón del mundo en apnea, casi termina pierde la vida a 125 metros de profundidad. Gracias a la forma de actuar tan oportuna y profesional de su equipo, hoy no estamos hablado de una de las tragedias más grandes de este deporte.

Fue el mismo Lozano quien subió un video a sus redes del momento en que fue rescatado. En las imágenes se observar cómo cinco buceadores lo rescatan trabajando en equipo y de manera sincronizada en cuestión de segundos.

Según contaba el deportista, desmayarse mientras se asciende de varios metros bajo el mar es normal en su profesión. No suele suceder con frecuencia, dijo, pero cuando sucede es bueno contar con un buen equipo de respaldo. Justamente, gracias a las personas que lo rodean Miguel Lozano sigue hoy con vida.

«Solemos tratar de ocultar los accidentes en la apnea para no dar mala imagen y acercar la apnea al gran público», escribió el apneísta. «Rara vez se produce un síncope, pero cuando ocurre, como parte de nuestro deporte y con los protocolos adecuados, como podéis ver en el video (y como pasaría en otros deportes como la escalada) no tuve consecuencias».

Pero, ¿cuál fue el motivo de su desmayo?

Desmayarse o sufrir un síncope es una situación que sucede y para los apneístas están preparados. Normalmente se produce durante el ascenso y no en el descenso a las profundidades del mar.

Dichos accidentes ocurren como consecuencia de la disminución de oxígeno en los tejidos. Cuando el apneísta se sumerge, empieza a consumir oxígeno y a generar dióxido de carbono. Las bajas tasas de dióxido conseguidas con la hiperventilación antes de entrar al agua hace que el deportista pueda prolongar su apnea sin esfuerzo.

Minutos posteriores, cuando el apneísta comienza a sentir la falta de aire, este toma la decisión de ascender y se produce una inversión del flujo de O2. Cuando esto no se hace de manera correcta, el cerebro recibe unos cambios muy bruscos que generan un desmayo y en ocasiones, la muerte por ahogamiento.

Si el apneísta sufre de estos desmayos con frecuencia, a largo plazo podría provocar lesiones irreversibles en el tejido cerebral.

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