Baia, la ciudad romana más lujosa que terminó hundida bajo el mar

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Un suceso geológico sumergió casi en su totalidad esta ciudad que en la actualidad es parte de uno de los parques arqueológicos más renombrados a nivel global

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Hace milenios, Baiae emergió en la península de Cumaean como un próspero puerto regional, pero con el tiempo se convirtió en el destino preferido de la élite durante los primeros años del Imperio Romano. Allí, los influyentes de la época, como Julio César, Nerón, Marco Antonio y muchos otros, encontraron un lugar para descansar y disfrutar. Esta urbe albergaba miles de villas construidas para las personas más destacadas, convirtiéndose en uno de los centros comerciales más importantes de su tiempo. Las calles de Baiae resonaban con el retiro, los excesos y la diversión de los más ricos, aunque también era duramente criticada por escritores clásicos como Séneca. Junto a sus vecinas, Pozzuoli y Miseno, Baiae vivió una época de esplendor que eventualmente tuvo un trágico desenlace.

La opulenta y extravagante vida en Baiae llegó a su fin cuando un inusual fenómeno sísmico la sumergió bajo las aguas de manera permanente. Al igual que Pompeya quedó congelada en el tiempo debido a la erupción del Vesubio, esta ciudad cercana a la actual Nápoles se hundió en el mar debido al bradisismo, un fenómeno geológico que provoca movimientos ascendentes o descendentes de la tierra. En este caso, el movimiento fue hacia abajo, transformando la ciudad más famosa entre los ricos del Imperio Romano en una ciudad sumergida cuyas ruinas podrían emerger nuevamente si este fenómeno se invierte en el futuro.

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Sin embargo, la tragedia no resultó tan devastadora, ya que el hundimiento de Baiae ocurrió en el siglo XVI, cuando la ciudad ya no gozaba de la fama que había tenido en su época dorada. Debido a las invasiones bárbaras y las incursiones musulmanas, hacía más de siete siglos que el lugar conocido como Baia había dejado de recibir a los adinerados que buscaban relajarse en sus balnearios. A pesar del hundimiento parcial de Baiae, Pozzuoli y Cumas, parte del balneario se mantuvo fuera del alcance de las aguas. A finales del siglo XV, se erigió la sede del Museo Arqueológico de Baiae sobre las ruinas que habían sobrevivido, convirtiéndose en un lugar ideal para la reunión de arqueólogos e investigadores.

En la década de 1940, se tomaron fotografías aéreas que revelaron la presencia de estructuras sumergidas, las cuales despertaron el interés de los arqueólogos debido a su proximidad con Pompeya y Herculano. Este enclave hundido ya había sido objeto de investigaciones anteriores, revelando importantes hallazgos como los restos de un palacio imperial del siglo II. Gracias a las nuevas tecnologías, esta ciudad submarina se encuentra bajo una continua protección. De hecho, en la actualidad es posible visitarla, aunque lo que se puede observar allí no son las ruinas originales, ya que estas se encuentran preservadas en un museo.

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Baia sigue asombrando al mundo con nuevos descubrimientos, revelando sus 400 metros de ruinas dispersas a lo largo de la costa, que incluyen casas, termas, columnas, suelos y mosaicos. A medida que las investigaciones continúan, estos tesoros emergen a la luz. En la actualidad, cientos de expediciones de buceo en el golfo de Pozzuoli permiten a los visitantes disfrutar de este sitio arqueológico, que alguna vez fue una próspera ciudad de vacaciones donde los ricos se entregaban al lujo y los excesos. Ahora, estos lujos están sumergidos, dando lugar a uno de los parques arqueológicos submarinos más impresionantes del mundo.

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