En el corazón de la Amazonia, donde la selva aún resiste el avance de la deforestación, una cámara oculta reveló imágenes inéditas de una tribu aislada que jamás había tenido contacto con el mundo exterior.
Las imágenes, captadas por un sistema de monitoreo instalado por la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas de Brasil (Funai), pertenecen al año 2024 y muestran a los Massaco, una comunidad indígena que habita una zona remota del estado de Rondônia, cerca de la frontera con Bolivia.

Aunque nadie sabe cómo se llaman a sí mismos, son conocidos como Massaco por el río que cruza su territorio. Son una de las 28 comunidades aisladas confirmadas en Brasil y viven completamente desconectados del resto del mundo moderno.
Expertos cazadores y guardianes de su tierra, los Massaco utilizan arcos de hasta tres metros y trampas de púas de madera dura tan potentes que pueden destrozar neumáticos de tractores. La cámara captó a un grupo de nueve hombres jóvenes en sus actividades diarias, mientras otros dispositivos registraron imágenes de sus tapiris (chozas de paja), hamacas y cráneos de animales colgados como trofeos en los árboles.

A pesar de que en 1990 se estimaba una población de entre 100 y 120 personas, hoy se cree que los Massaco ya superan los 250 integrantes. El crecimiento demográfico fue confirmado por imágenes satelitales y expediciones recientes encabezadas por Altair Algayer, veterano agente de la Funai.
El descubrimiento no fue casual: las cámaras se colocaron de forma estratégica en 2021 como parte de un plan de vigilancia no invasivo. Curiosamente, mientras los indígenas tomaron herramientas como machetes y hachas dejadas por la Funai en el camino, no tocaron las cámaras, ni siquiera por curiosidad.
Este hallazgo no solo confirma la existencia de la comunidad, sino también la importancia de la política de no contacto adoptada por Brasil desde 1987, luego de décadas de intentos fallidos que solo llevaron enfermedades y tragedia a los pueblos indígenas.

El territorio Massaco es el primer territorio brasileño protegido exclusivamente para pueblos aislados, y hoy se convierte en símbolo de una forma de vida que, aunque invisible para el resto del mundo, resiste y prospera en el silencio de la selva.