Cómo los viajes me ayudaron a pasar miedos, situaciones de estrés y angustia

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Redactor
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He luchado con enfermedades mentales como ansiedad, trastorno de estrés postraumático y depresión desde incluso antes saber lo que eran. Obviamente he buscado ayudar profesional, grupos de apoyo y meditación, y los  viajes han demostrado ser una forma inesperada y potente de estas terapias. Aquí hay algunas razones de por qué:

1. Me hizo darme cuenta de que soy capaz de hacer cosas que me dan miedo

Viajar era una de las cosas más terribles que había hecho en mi vida. Llevaba al límite mis miedos, y al hacerlo, me demostraba que era capaz de más cosas de las que creía.
Cada vez que tengo un pensamiento negativo, o cuando mi ansiedad trata de decirme que no puedo hacer nada, trato de recordar cómo me sentía y lo capaz que era cuando estaba de viaje. Trato de decirme a mí misma cosas como:
«Si sobreviví a volar solo, definitivamente puedo llegar a mis clases de hoy.»
Los retos que superé durante los viaje son a menudo el recuerdo más útil para obtener fuerzas y seguir adelante

2. Me dio distancia de los problemas que tenía en casa

Por supuesto, los viajes no me dieron distancia de mi enfermedad mental, ésta te sigue a todas partes. Pero la mayoría de las cosas que agravaban mi estado mental – como las cuestiones financieras, la universidad, relaciones, problemas familiares – eran cosas con las que no lidiaba en el día a día mientras viajaba. Esta ruptura momentánea era buena para mí. Es un tiempo en el que tienes la oportunidad de relajarte, respirar y tener una cierta perspectiva sobre cómo manejar los problemas que estaba enfrentando en casa. No es escapar, es tomarse un break para pensar.

3. Me mostró que no estoy realmente tan atrapada como me siento

En mi experiencia, una de las peores cosas de la depresión es que te atrapa, te retiene. Me hace sentir como que no hay escapatoria, no hay esperanza, y no hay posibilidad de mejorar las cosas. Viajar al menos me recordó que existe un mundo más allá de la dolorosa realidad que estaba viviendo. Me recordó que las cosas pueden cambiar, que podía recrear mi vida, y poco a poco me podría superar algunos de mis traumas. Esto me hizo sentir menos atrapado.

4. Me enseñó a pedir ayuda

Apoyarse en otras personas es una gran manera de manejar las enfermedades mentales. Pero pedir ayuda puede ser muy difícil – especialmente si tienes transtornos de ansiedad.
Durante el viaje, fui empujado en un montón de situaciones en las que tuve que pedir ayuda. Tuve que pedir extraños por direcciones y traducciones, tuve que pedir al personal del hotel información, y tuve que pedir a mis compañeros de viaje apoyo.
Estas situaciones (comunes para muchos de uds pero no para mi) me han enseñado que la mayoría de las personas están dispuestas a ayudar cuando se lo pides. Mi ansiedad por apoyarme en los demás era, después de todo, innecesaria.

5. Me recordó la belleza que me rodea

Cosas como la depresión y el trastorno de estrés postraumático puede hacer que sea muy difícil apreciar la belleza, la alegría, los amigos…. el vivir. Pero encontrarse con tantas lugares increíbles, personas hermosas, experiencias distintas a las del día a día me llenó de una sensación de alegría que creo nunca antes había podido experimentar.
Cuando vi la puesta de sol sobre Puerto Vallarta, en México, o vi el cielo el Karoo de Sudáfrica, me acordé de una verdad reconfortante: el mundo, no importa lo feo que nos pueda parecer en los momentos que estamos mal, está lleno de belleza que tengo que descubrir.

No, no es la cura mágica de todos los problemas que enfrenté, pero si es una ayuda esperanzadora.

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