La historia de Cleopatra VII, la última faraona de Egipto, sigue sumando capítulos inesperados. Frente al antiguo puerto de Alejandría, un equipo de arqueólogos halló bajo el mar los restos de una barcaza de lujo de más de 2.000 años, que podría aportar pistas clave sobre el tipo de nave en la que la reina habría huido junto a Marco Antonio tras la Batalla de Accio (31 a.C.), el episodio que marcó el fin de su poder.
El descubrimiento se produjo durante una expedición liderada por el arqueólogo marino Franck Goddio y su equipo del Institut Européen d’Archéologie Sous-Marine (IEASM). Según los especialistas, se trata de una thalamagos, un tipo de embarcación egipcia extremadamente rara, conocida hasta ahora solo por representaciones antiguas. El hallazgo fue calificado como “extraordinario” por su estado de conservación y por la información histórica que podría revelar.
La barcaza fue localizada en aguas poco profundas, a escasa distancia del templo sumergido de Isis, en la antigua isla de Antírrodos. Mide 35 metros de largo y siete de ancho, posee quilla plana y estaba pensada para navegar por los canales y zonas costeras del Antiguo Egipto, impulsada exclusivamente a remo por al menos 20 remeros. Por su tamaño y características, los expertos no dudaron en describirla como un auténtico “superyate” de la Antigüedad.
Los investigadores estiman que la embarcación se hundió alrededor del año 50 d.C., cuando un terremoto seguido de un tsunami destruyó gran parte de la zona portuaria y el último templo dedicado a Cleopatra, cuyos restos quedaron sepultados bajo el Mediterráneo. Ese contexto refuerza la hipótesis de que el barco estuvo vinculado a las élites gobernantes o incluso a ceremonias religiosas de alto rango.
Una de las teorías más firmes indica que la barcaza pudo haber tenido un uso ritual, asociada al culto de Isis, diosa de la magia, la curación y la protección. Goddio explicó que podría haber formado parte de la navigatio iside, una procesión naval en la que se utilizaban embarcaciones ricamente decoradas para simbolizar la barca solar de la diosa.
El valor del hallazgo es doble. Por un lado, ofrece una pieza real de un tipo de nave que hasta ahora solo se conocía por textos e imágenes antiguas. Por otro, gracias a la tecnología de escaneo 3D, los arqueólogos lograron reconstruir digitalmente la barcaza sin necesidad de extraerla, preservando el yacimiento y permitiendo un estudio detallado de su estructura.
Más de dos milenios después, Cleopatra vuelve a emerger del mar, no como mito, sino a través de restos tangibles que ayudan a comprender cómo vivían, navegaban y escapaban las figuras más poderosas del mundo antiguo.
