“La ciudad de las luces”, “la ciudad del amor”, “la ciudad cultural europea”, ¿Cuál le queda mejor a la capital francesa? Pues todas, y cada vez que los viajeros la visitan, pueden surgir muchas características más.
París, una ciudad que enamora, que incita a fotografiar cada uno de sus puntos y que hace ablandar hasta los corazones más difíciles de roer. Escenario del Museo del Louvre, uno de los museos más visitados del mundo ; un símbolo controversial que hoy se ha convertido en un ícono de la ciudad, como lo es la Torre Eiffel y hasta catedrales “de película” como lo es Notre Dame. Todo genera necesidad de caminar, de pasear bordeando el Río Sena y fotografiar hasta los faroles que recuerdan a la “ciudad de la luz”.
¿En las profundidades? Las Catacumbas de París invitan a los menos miedosos viajeros a descubrir parte de la historia de la ciudad desde un punto más tenebroso, oscuro y perturbador, entendiendo las necesidades de lo que supo ser una ciudad en crecimiento y lo que esto generó a través del tiempo.
El aroma a baguette recién horneada por la mañana, los mejores chefs del mundo y los restaurantes más estrellados del planeta, convierten a una ciudad como París, tan variada como auténtica, tan cosmopolita como elegante y tan diversa como cantidad de millones de viajeros que la visitan año a año, en búsqueda de estas postales románticas que solo un picnic al atardecer frente a la Torre Eiffel puede lograr.