Casarse en sí ya implica un montón de nervios, pero casarse a 122 metros de altura es llevarlo a otro nivel. Eso fue lo que hicieron Ryan Jenks y Kimberly Weglin, cuando decidieron casarse en el desierto de Moab (Estados Unidos), en donde se conocieron.
«Kim, la novia, es absolutamente visionaria. Ella sueña a lo grande y se le ocurren ideas enormes e increíbles. Ryan, su novio, hace que las cosas sucedan y tiene una excelente forma de solucionar los problemas. Ellos hacen un equipo increíble, que fue definitivamente evidente a lo largo de todo el proceso de planificación de la boda.»
Esta pareja se enamoró en el festival de alta costura, GGBY. Años después, en el 2016, se comprometieron en el mismo lugar… por lo que pensaron que era lo mejor casarse ahí mismo, unos días antes de que empezara el festival.
A la red que cuelga sobre el cañón se le agregó un «pasillo» para que pudieran caminar hasta al «altar». Tres de sus amigos realizaron acrobacias aéreas debajo de la red en sedas, mientras que otros hicieron acroyoga en los bordes del acantilado. Un amigo pintó el evento en vivo en el desierto, uno tocó la flauta, otro explotó burbujas gigantes, algunos caminaban en las líneas altas y otros simplemente colgaban en el espacio para ver la ceremonia.
Cuando terminó la ceremonia, e intercambiaron un «Hell Yeah» en lugar de «I Do», 10 mujeres saltaron a lo largo de los bordes del acantilado en tutús y tiraron 5.000 pétalos de flores que habían sido empacados en sus paracaídas.
Una boda totalmente fuera de lo común, pero que representó en cada instante a los dos novios.