Según lo informó la NASA a través de un comunicado oficial publicado en su página web, entre el 23 y 25 de mayo, uno de los segmentos del espejo primario del flamante telescopio James Webb, fue dañado tras estrellarse contra un micrometeorito, un pequeño segmento de roca que vagaba por el espacio.
Los análisis posteriores al choque permitieron constatar que el segmento del espejo conocido como C3, fue el que sufrió el impacto de la roca. Este espejo es uno de los 18 azulejos de berilio-oro que componen el reflector primario de 6,5 metros de ancho del telescopio.
Por su parte, los ingenieros de la NASA anunciaron que ajustarán la posición del segmento del espejo afectado, con el objetivo de anular una parte de la distorsión introducida, aunque reconocieron que no podrán eliminarla en su totalidad. Asimismo, se conformó un equipo especializado que recopilará datos y trabajará con expertos en predicción de este tipo de objetos para minimizar el margen de futuros impactos.
Paul Geithner, subdirector técnico del proyecto en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, Estados Unidos; afirmó que el enorme tamaño y la sensibilidad del telescopio, lo convierten en un detector altamente sensible de micrometeoroides que con el tiempo, “ayudará a mejorar el conocimiento del entorno de partículas de polvo del sistema solar en L2, tanto para esta misión como para las venideras”.
Cabe destacar que según la NASA, a pesar de los daños que recibió el telescopio, no le impedirán continuar con su misión. Como se anunció tiempo atrás, para demostrar sus grandes capacidades, el James Webb está registrando imágenes del Universo, cercano y lejano, que según se estima, serán presentadas al mundo en los primeros días del mes de julio.
«Hemos diseñado y construido el Webb con un margen de rendimiento -óptico, térmico, eléctrico y mecánico- para garantizar que pueda llevar a cabo su ambiciosa misión científica, incluso después de muchos años en el espacio», afirmó Geithner.