Las motivaciones de viaje son infinitas, o tantas como los deseos (conscientes e inconscientes) de todos aquellos que dejan su lugar de residencia por motivos personales, familiares o laborales. Una de las tantas definiciones de las motivaciones turísticas o viajeras habla de «salir a buscar aquello que no tenemos en el lugar donde vivimos»: paisajes, cultura, historia, arquitectura, gastronomía, arte, eventos… y por supuesto conocer gente.
Mezclarse en la rutina de los residentes, aprender de ellos, tener un rol incógnito y poder interpretar cómo vive la gente allí. Esto claramente variará según el tipo de turismo que realicemos, el tiempo que permanezcamos, y naturalmente nuestro interés en ese intercambio cultural.
Ahora bien, en un mundo donde cada más gente viaja, es probable (muy) que en la mayoría de los destinos te encuentres compatriotas. Subes al elevador del hotel y reconoces una tonada al instante, cruzando la calle observas un grupo de personas y automáticamente las identificas, sabes de dónde son; incluso sin que hablen. Hemos desarrollado la habilidad de detectar un turista de nuestra misma nacionalidad a kilómetros, y este suceso no nos es indiferente.
¿Qué actitudes tomamos cuando nos encontramos de viaje fuera de nuestro país pero nos cruzamos con compatriotas?
Desde Intriper quisimos conocer qué les sucedía a los viajeros que reconocían o se encontraban con compatriotas cuando estaban de viaje (en el extranjero)
La pregunta era sencilla y directa: «Situación: Están de viaje en otro país, y se cruzan con turistas de la misma nacionalidad que la suya… ¿Les gusta/alegra verlos, encontrarlos?«
Ante eso, tal como arrojan los resultados, alrededor de 1177 personas (equivalente al 67%) respondieron que SÍ y el 33% restante (584 votos) contestó que NO. Por lo que, si bien hay gente que se siente a gusto con encontrarse con habitantes de su mismo país estando lejos de sus tierras, también existe un porcentaje considerable que opina que no le gusta cruzarse con turistas de su misma nacionalidad.
Sin dudas, se trata de una situación bastante típica que suele sucedernos ya que, así como nosotros, muchos otros viajeros se apuntan a vacacionar en otros destinos (ni hablar si arribamos a lugares muy turísticos).
Al ser consultados por los argumentos que podían condicionar su opinión, algunos usuarios respondieron a favor y otros en contra del reencuentro entre compatriotas.
Nacionalismo, costumbres y el idioma a favor
Entre los que consideran como positivo acercarse a otro de su misma nacionalidad coinciden en encontrar alguien con quien compartir las mismas costumbres o prácticas de su país, la sensación de pertenencia y de identificación nacional y, en consecuencia, la percepción de sentirse acompañado. Además, en el caso de viajeros de habla hispana que se encuentran en destinos donde se habla otro idioma, admiten que encontrarse a un compatriota los alegra ya que pueden expresarse sin dificultades.
Algunas de sus opiniones al resepcto fueron:
- Porque seguro tienen yerba de reserva y podemos tomar unos mates todos juntos.
- Para decir: ‘Che, ¿tomamos unos mates?’, y que digan que sí.
- En el exterior se siente más el patriotismo. No sé, genera como una fraternidad.
- Porque te recuerdan un poquito de lo que extrañas de tu país y te sientes en casa por unos instantes.
- Me alegra encontrarme argentinos, me da sensación de acompañamiento.
- Te sentís acompañado en un lugar que no es tuyo.
- Porque siempre está bueno cruzarse con gente de tu misma nacionalidad. Está en la misma que uno.
- Porque compartimos mate y charlamos bastante.
- Me siento acompañada, sobre todo cuando estoy en países no habla hispana.
- Es como que uno se siente más acompañado, sobre todo si viajamos solos.
- Soy dominicana, cuando nos encontramos fuera del país, es una fiesta y/o un «coro» seguro…
- Si estoy en otro país, el no saber hablar en inglés se me complica. Encontrar uno de habla hispana hace la felicidad…
- Porque te hace sentir un poco en casa, y a la vez disfrutando del lugar.
- Porque extraño hablar en español. Vivo en Australia, entonces festejo cada vez que encuentro alguien de mi nacionalidad.
- Es lindo escuchar a alguien que habla igual a ti, y que extraña las arepas igual que tú.
- Me gusta saber que no estoy solo en dicho país.
- Uno se siente más cerca de su país, como si sintieras menos soledad.
Incomodidad y ganas de «alejarse»
Y también están quienes coinciden en que no les gusta para nada encontrarse con otros de su mismo país mientras están de vacaciones.
Entre los principales motivos destacan conceptos como no estar conforme con las actitudes que toman muchos de los viajeros de su misma nacionalidad. También se pone en juego la necesidad de tomar distancia en todo sentido, es decir, no sólo tomando un vuelo que nos lleve a miles de kilómetros, sino también alejándonos de todo aquello que nos parezca «perteneciente».
Algunas de sus opiniones destacadas:
- Compatriotas SI. Conocidos NO. Por qué? No hay por qué…
- Los argentinos son gritones y papeloneros.
- Porque por lo general son de Buenos Aires, y los porteños nos hacen quedar muy mal a los argentinos.
- Porque los argentinos normalmente somos re molestos.
- Generalmente o son fanfarrones o son quejosos… Además viajo para conocer otra cultura/idioma/ideas.
Diferencia clara entre países
Lo interesante de los datos obtenidos fue la clara diferencia de la percepción (a favor y en contra) según la nacionalidad de quienes respondían. En este sentido la gran mayoría de las respuestas positivas o que mostraban entusiasmo acerca de encontrarse un compatriota en el exterior correspondían a países de Centroamérica y el Caribe. Colombianos, Dominicanos, Venezolanos, Ecuatorianos y un importante porcentaje de Mexicanos manifestaron la situación como un momento feliz del viaje.
La contraparte de esto fueron los viajeros argentinos. Pareciera ser que nada detesta más un argentino de viaje que cruzarse con un compatriota, o al menos esto reflejado en su subconsciente y en el prejuicio. Probablemente este sentimiento en la mayoría de los casos sea superado una vez que, si se da, se dé una charla con ese compatriota de viaje (es natural y lo realiza todos los días del año). Sin embargo las razones del por qué hacia ese rechazo incluyeron de todo: desde cuestiones personales «prefiero mezclarme con personas locales y no hablar de nada referido a mi país«, cuestiones sociales «los argentinos quieren llamar la atención al lugar al que van y eso a mi no me gusta» y hasta prejuicios generalizados «odio ver la actitud que tienen mis compatriotas cuando están de viaje: siempre ventajeando».
Pareciera ser que, para una parte de los argentinos, verse reflejado en otros turistas mientras están en el exterior genera hasta un sentimiento de vergüenza o indignación, y en muchos casos esto está preconcebido, es decir, no tiene que ver puntualmente con la persona que vieran/conocieran en el destino ni con sus acciones. Basta el hecho de ser de allí para que afloren estos pensamientos.
Seguramente las respuestas a estas actitudes estarán en cuestiones más profundas de la idiosincracia de las nacionalidades, historia y costumbre de cada sociedad.
¿Ustedes qué opinan? Queremos leer sus comentarios!
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