La Rinconada, situada en los Andes peruanos, es la ciudad más alta del mundo, ubicada a 5.100 metros sobre el nivel del mar. Este pequeño asentamiento en el distrito de Ananea, en la región de Puno, es hogar de aproximadamente 17.000 personas, la mayoría de las cuales se dedican a la minería artesanal de oro. Sin embargo, la vida en La Rinconada está marcada por condiciones extremas que hacen de este lugar uno de los más inhóspitos del planeta.
Acceder a La Rinconada es un desafío en sí mismo. La única manera de llegar es a través de vehículos todoterreno, ya que la ciudad se encuentra en un terreno montañoso y nevado, asentada sobre un glaciar. Este acceso difícil refleja las condiciones que enfrentan sus habitantes diariamente. Las temperaturas en la ciudad son extremadamente bajas, oscilando entre los -11°C y los 6°C durante la mayor parte del año, y en invierno pueden descender aún más, alcanzando los -13°C. Estas condiciones climáticas adversas, junto con la altitud extrema, generan problemas de salud significativos, especialmente el «mal de altura«, que afecta a muchas personas que no están acostumbradas a vivir en alturas tan elevadas.
La economía de La Rinconada se basa en la extracción de oro, que es la principal fuente de ingresos para la mayoría de sus habitantes. Sin embargo, la minería en esta región se lleva a cabo en condiciones precarias y peligrosas. Los mineros, que a menudo trabajan en túneles angostos y mal ventilados, utilizan métodos arcaicos para extraer el mineral. El sistema de trabajo más común es el «cachorreo», una práctica antigua en la que los mineros trabajan durante 30 días sin recibir un salario. En el día 31, se les permite llevarse a casa el mineral que encuentren, aunque la cantidad de oro que logran extraer es a menudo mínima. Este sistema de trabajo es riesgoso y explotador, pero muchos continúan trabajando bajo estas condiciones debido a la falta de alternativas económicas.
Además de los riesgos laborales, la vida en La Rinconada está plagada de desafíos ambientales. El uso de mercurio en la minería es común, lo que ha llevado a niveles alarmantes de contaminación en el aire, el agua y el suelo. El mercurio, un metal altamente tóxico, se utiliza para separar el oro de otros minerales, pero su uso indiscriminado ha generado problemas de salud graves entre la población local, además de causar daños irreparables al medio ambiente.
La infraestructura en La Rinconada es prácticamente inexistente. La ciudad carece de servicios básicos como agua potable, alcantarillado y electricidad. Las viviendas, construidas de manera improvisada, son frágiles y mal equipadas para soportar las duras condiciones climáticas. La falta de servicios básicos contribuye a las condiciones de vida difíciles que enfrentan los habitantes, quienes a menudo viven en condiciones de hacinamiento y con un acceso limitado a servicios de salud y educación.
A pesar de estos desafíos, La Rinconada sigue atrayendo a personas de otras regiones de Perú, especialmente aquellas que buscan mejorar sus condiciones económicas a través de la minería. Para muchos, la promesa del oro es suficiente para soportar las difíciles condiciones de vida. Sin embargo, esta búsqueda de fortuna a menudo se convierte en una trampa, ya que los bajos rendimientos y las difíciles condiciones de trabajo dejan a muchos en la pobreza.
La Rinconada es un lugar donde la esperanza y la desesperación coexisten, un reflejo de la lucha por la supervivencia en uno de los entornos más extremos del mundo. A pesar de su altitud, la ciudad enfrenta problemas que están profundamente arraigados en su economía extractiva y en la falta de infraestructura, lo que la convierte en un lugar tan fascinante como desolador.
